Asintió ante su pregunta, aunque realmente no estaba pensando en nada, disfrutaba de la compañía de Satoru. Espero a que él se acomodara a su lado para instantáneamente recargar su cabeza sobre su hombro, volviendo a relajarse mientras observaba por la ventana.
-Levanta una ceja. Lo ha dicho con tanta convicción que no se puede sino creerle. Con un suspiro y una sonrisa tenue, concluye- ... Comprendo. ¿Te acompaño a pensar?
-Sonríe de medio lado, negando sutilmente.- No son celos. Más bien es una punzada de decepción, de que aún haya cosas que te dé vergüenza contarme. -Sujeta su rostro entre las manos y deposita un beso en su frente.- Pero está bien.
Entrecerró sus ojos al comprender perfectamente la referencia, reconsiderando el comenzar a alimentarse de él. Quizás sin energías dejaría de decir bomberias. — Hum ¿Celoso? —
-Se lleva el puño a la cara, dejando apenas escapar una risita baja.- Ya veo, ya veo. Qué maleducado de mi parte venir a interrumpir tu... “hilo” de pensamiento. -Dice con énfasis, aludiendo a la leyenda del hilo rojo que une a los enamorados.-
Baja su palma, pasando por sobre la mano del hombre antes de estar nuevamente apoyada en el cristal, justo sobre el dibujo, que inevitablemente se borro con su acción. — ¿Que paraguas? —
Ah. -Da unos golpecitos en el cristal con la uña, justo bajo la mano de ella donde estaba dibujado aquel símbolo.- Y este paraguas del amor se dibujó solo (?).
