—Esta es la susodicha cúspide de todo Cyberpunk: Editarse todo el jodido cuerpo hasta parecer una puta lata con tuercas. Y es que se siente de puta madre, nada te duele, nada te preocupa, rompes cráneos más fácil y puedes caminar sobre el fuego negándole el paso a la muerte escupiéndole la cara. Por mí se puede joder perder la humanidad, nunca me ha traído nada bueno.—
-Una coneja venía pasando cerca de un taller de cibernética, donde las zonas decididas, las más valientes y fuertes son capaces de cambiarse partes del cuerpo para ser fácilmente reemplazadas por piezas robóticas. Y como escuchaba gran agetreo adentro, decidió entrar por curiosidad a echar un vistazo, con la intención de ver lo que hacia ése ruido tan espeluznante y ensordecedor. Que para su sorpresa se topó con un Desconocido con partes robóticas.-
──¡Ahh!~ ¿¿¿E-eres una especie de robot recién activado... que apenas está operativo o e-eres un humano con partes robóticas???── Mencionó dudosa la pequeña Conejita que estaba sentada sobre sus propias patas traseras, contemplando con asombro el trabajo de quien le implantó el artefacto extraño.
—Creo que después de todo no somos tan diferentes y no sé, tal vez un día de estos me presentes a tu matasanos o me invites a beber algo. — Dijo con sarcasmo al mismo tiempo que enarcaba una de sus cejas.
— Mi propósito es divertirme, atenuar mis sentidos con alcohol o alguno que otro opiáceo, sembrando el caos mientras robo almas. — Bromeo con lo ultimo, obsequiándole una sonrisa burlona.
