*Permanecía observando el cielo nocturno, contemplando las estrellas que podían verse desde la estatua de Athena, una ligera brisa hacía ondear los largos cabellos rosados de la joven que se encontraba en ese lugar, sus ojos azules no se separaban del ancho Urano, como si esperase encontrar en dicha zona una respuesta a lo acontecía a los pies de las Doce Casas. Se encontraba reposando en su templo cuando las explosiones cerca del Santuario despertaron a la joven diosa de su largo sueño, no hacia ni un día desde que había tomado su lugar como diosa en el Santuario que ya tenía que lidiar con una Guerra Santa que nadie hubiera podido prever, mas no obstante no era un hecho que pillara por sorpresa a la diosa de ojos de lechuza.
Desde hacía siglos sabía que sus dos tíos no iban a parar hasta hacerse con el dominio de la Tierra que su propio padre, Zeus la había encomendado cuidar, no solo por los seres humanos, sino para impedir que el sello de Cronos se rompiera, provocando una nueva Titanomaquia, algo que ninguno de los dioses olímpicos querrían y es por eso que a la hora de descansar dejo el cuidado del planeta a su hija predilecta en vez de a sus dos hermanos, sabiendo que ella velaría por que se mantuviera la paz.*
* Bajo la solemnidad y pureza de la bobeda celeste suspendida sobre aquellos terrenos donde solo los elejidos por los dioses pueden descanzar despues del final de la vida, aquellos campos dotados de una belleza importal donde millones de flores de una infinidad de colores tapizan los suelos hasta donde el ojos es capaz de ver, sobre tan noble paraje a la lejania se levantan orgullosas y omnipotentes, grecas edificaciones de datas mitologicas, de hermosos acabados marmolados, la suave luz del astro rey baña cada uno de los rincones de tan ancestral sitial, hogar de uno de los mas cercanos colaboradores del dios de estas tierras, en el vacio las risas de las ninfas resuenan cmo canticos de sirenas q invitan a quien los escuche a sumirce a una tranquilidad casi mortuoria, en uno de los grandes salones del partenon, una figura masculina permanece sentado entre los yustes del palacio, de tes blanca y de hieratico semblante, sus doradas orbes recorren con regosijo aquellos hermosos parajes donde habita, a su vez, los vientos se hacen presentes cmo queriendo entregar una suave caricia a las doradas cabelleras de tan deifico personaje, su tranquilidad es inquietante, su paz no es perturbada por nada ni nadie, solo se le puede observar en completa serenidad sosteniendo una fina taza de te q reposa en sus piernas*
-Debo decir que de maravilla mi querida Sasha, sucede que con mi nueva reencarnación Seraphine las cosas marchan a la perfección, los dos hacemos un buen trabajo.-