— Claro... Te tengo que llevar a tu casa ¿O prefieres irte sola? Dudo eso... Así puedo meterme por tu ventana y me quedo a dormir contigo mi amor

La voz galante del varón se hacía presente, hasta que por fin les trajeron la comida de ese almuerzo tan esperado.

¿Hablaba él en serio? Suzu lo observaba con fascinación pero a su vez, muy sonrojada por lo atrevido que era.

- Si tienes hambre tendrás que esperar a que estemos solos... No quieres asustar a nadie, ¿verdad?

En ese momento sonríe y con sutileza se muerde el labio.

- ¿Vendrás esta noche?

— Quiero beber tu sangre... Me dió hambre... ¿Por qué no los bebo de tus senos?

Se relamia sus labios sentandose nuevamente firme en la silla. No soltó la mano ajena, la tenía en sus manos aún, su mirada seguía rojiza oscura sin quitarse de los ojos de ella.

- Espera...Darcel...

Le detallaba la boca ruborizada por sus acciones, y se notó el pánico en su voz a pesar de hablarle bajito, apretandole la mano.

‐ Aquí no...

— Ah... Si lo sigues diciendo así...

Esos orbes se habían cambiado a unos rojizos de depredador ante ella. Darcel la tomo de la mano mostrando parte de sus colmillos y punzando está en la piel ajena como si lo fuera a morder.

Ella se muerde suave el labio viéndole, ni siquiera se lo pensó.

— De acuerdo, daddy...~

— ¿De que me serviría mentir?

Esboza una sonrisa ladina tomando la mano de la joven dejando besos sutiles a este.

— Entonces puedo ser tu daddy ~

- Mientes.

Soltó ella enseguida, era una costumbre que su madre le había heredado cada vez que algo le parecía increíble.
Limpió sus manos en una servilleta de papel, se tomó segundos para pensar en lo que había oído.

- Podrías ser mi padre...Eso no me perturba, ¿sabes? Porque nunca tuve padre, así que la comparación no significa nada.

Guiña un ojo, y continúa comiendo sus papas.

— Unos... 300 años... Soy joven en mi especie y en la edad humana que me quedé fue de unos...

Su mirada la llevo al techo pensativo, luego la vuelve a bajar mirando a la chica.

— Podría ser tu padre muy bien

La pelirroja comía sus papas detallando al atractivo hombre que tenía en frente. Las preguntas le sobraban, sobre todo aquellas que al pensarlas le hicieron sonrojar pero Suzu no hizo mención de estas.

- ¿Qué edad tienes?

Dijo mordiendo la punta de una papa y sonríe.

- Se que eres mayor que yo pero no sé qué tanto...