—Te entiendo... Estamos casi iguales. Siento que ya no puedo y mis heridas de la última misión que hice en tu ausencia no se han curado, han de tener 3 días—. Hizo una mueca de dolor, la habían apuñalado por su costado derecho y aún dolía pero las políticas de la oficina a veces no le permitían descansar y eso lo odiaba. —Me llamaron el día de hoy... Ignoro el porque, aunque si tu también estás aquí debe ser porque tienen algo para ambos. ¿Que opinas si nos vamos a descansar? Ninguno de los dos podrá hacer algo en la misión si estamos cansados—. Y era cierto, sus sentidos estarían adormilados y podría haber fallas en la misión.

—Es, más bien, cansancio. —La somnolencia era notoria en su voz. Había viajado de Estambul a Serbia, de Serbia a Egipto, de Egipto a Inglaterra. Tantos vuelos, tantos papeles falsos, tantas fachadas y tantas misiones. Y ahora estaba ahí, afuera de las oficinas del clan de asesinos al que pertenecía, esperando a que lo llamaran para darle detalles de su siguiente misión. —Este cuerpo no rinde lo que necesito, debo mejorar mis entrenamientos. Pero dejando eso de lado, ¿qué haces aquí, Zyl?

—¿Por qué la cara de aburrimiento, Dan?—. Se sienta a su lado en el suelo recargando la cabeza sobre el cristal de la ventana.