-Acerca los dedos al dorso de la mano ajena y le da un pequeño pero doloroso pellizco en esta.

—Una alucinación podría hacer esto? —Acto seguido, lo soltó, acariciando la zona lastimada para aliviar el dolor.

—Comienzo a creerme que de verdad me extrañaste. —Dijo bajando la voz, aclarándose la garganta mientras veía en el mostrador, a las encargadas preparando la orden de pollo. En un arrebato se puso de pie y le robó un beso, mordiéndole el labio inferior, tirando de este, soltándolo antes de volver a sentarse.

—Espero con eso estés convencido que no soy una alucinación. —Estaba sonrojada. Desde que se reencontraron, había contenido el impulso de hacerlo, pero no se atrevió, quizás por la situación, quizás por verguenza por su desaparición. No estaba segura.-