Una vez que Diluc dejó de usarla como mesa, se irguió en su lugar tratando de lucir un poco más intimidante. No sabía si estaba funcionando por la diferencia de estatura, pero por las lecciones de su madre sabía que su porte si bien no era intimidante, si imponía algo de respeto. Correspondió a la mirada del pelirrojo sin dejarse intimidar. Una vocecita muy tenue le decía que así no debe comportarse una Gunnhildr, pero el reto que tenía frente a ella hacía que esa vocecita fuera ahogada a la par que ella alzaba su barbilla de forma orgullosa. Además en un momento así de personal no había quien pudiera ver a la chica en ese comportamiento un poco más libre. —Puedo apostarlo. ¿Le gustaría un duelo Maestro Diluc?—

Enarcó una ceja al escuchar aquella afirmación. Siempre ha admirado la fortaleza de Jean, pero no podía negar que solía ser una persona que evitaba el conflicto con los demás, por lo que, verla en ese estado retador llamó su atención. Sonrió ladino, mientras dejaba de recargarse contra la joven, ahora colocándose frente suyo a la par que apoyaba sus manos sobre su propia cintura. — ¿Estas tan segura de eso? — Por su tono y actitud, podía notarse lo mucho que disfrutaba de este instante con ella, buscando cualquier excusa por alargarlo lo más que pudiera.

Sentía el peso del pelirrojo recargado sobre ella, quién además presumía su estatura. Estaba un poco sonrojada, pero era más la indignación con la que miraba al joven para importarle el color de sus mejillas. Aunque muy ligeramente le agradaba esa actitud menos seria con ella, disfrutaba esa sensación de cercanía. —No estés tan confiado Maestro Diluc, podré ser más bajita pero no quita que puedo vencerte.— Comentó a forma de reto, confiada en sus habilidades.

— A veces olvido la diferencia de estatura. — Comentó en un tono burlón, bastante extraño en él, ya que estaba disfrutando jugar con Jean. El joven no solía permitirse tal libertad o comportamientos con ella por respeto.