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—Tengo algo para ti.

Una voz, nítda, vacía, ronca pero ajena al lugar, danzó tal cual luna llena sobre ese vacío hostal. ¿Tenía compañía, o acaso amaba hablar con las sombras? No lo sabría un espía, tampoco él mismo, pues la rutina, recaía en hablar solo, y después, enterarse de que el trabajo estaba hecho. El velo en suciedad se desvanecía en los enormes arcos, y la única mesa disponible, tentaba los dedos de Dickens, el hombre que solitario, depositó una carta en ella. ¿Qué sucedía allí? Fue la pregunta del leuteniant Satchel, el hombre, que hace semanas, perseguía al noble banquero.
 
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DanHarper · 100+, M
— ¿Qué tiene que vaya armado? Símplemente no quiero morir hoy. —Dijo entonces, haciendo una división notoria en su chaqueta, en donde desabotonó la camisa blanca, y enseñó unos esculpidos abdominales, junto a un enorme corte de hacha bastarda.— Prefiero evitar cosas como estas, sobretodo, porque en cualquier momento, una flecha haría el trabajo... He visto que son buenos con ellas, demasiado. —Sobrellevó la conversación; Parecía estar tranquilo, pero también alerta, sus toscos hombros se alzaban, y el zarzal de sus dedos, yacía en los botones, hundiéndolos unos con otros, por debajo, de una cadena de cruz, con círculo, y un león de plata en el centro. No era una especie de collar sectario, era un collar familiar, heredado por treinta y trés hombres, valerosos, en el arte de la caza. Pero esa era otra historia; Dan de repente asintió, cabizbajo peinó su cabello hacia atrás, soltó una pierna hacia la derecha, y levantó el mentón. — ¿Ya te vas? —Preguntó.
 
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