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—Tengo algo para ti.

Una voz, nítda, vacía, ronca pero ajena al lugar, danzó tal cual luna llena sobre ese vacío hostal. ¿Tenía compañía, o acaso amaba hablar con las sombras? No lo sabría un espía, tampoco él mismo, pues la rutina, recaía en hablar solo, y después, enterarse de que el trabajo estaba hecho. El velo en suciedad se desvanecía en los enormes arcos, y la única mesa disponible, tentaba los dedos de Dickens, el hombre que solitario, depositó una carta en ella. ¿Qué sucedía allí? Fue la pregunta del leuteniant Satchel, el hombre, que hace semanas, perseguía al noble banquero.
 
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DanHarper · 100+, M
En gala de su presencia, desistió la abatida manera de charlar; Ya no interponía sus gestos agudos, ahora se le notaba relajado, incluso somnoliento. Después de todo, su viaje había sido largo, y la cabeza no le hacía mucho bien. Las suposiciones siempre son graves, y más, en un rubro en el cual, una vida equivale a una moneda tallada por una cruz.

— Un frasco, una especie de líquido, sirve para curtir pieles.

En un bufo añadió. ¿Por qué habría mentido? ¿Qué motivo arrastraba detrás de la misión? Era curioso, como una especie de mercenario, trataría con moral a un ser que suponía ser su objetivo. Quizá, simplemente quería guardar el secreto ante la camarera. Él era de esos que prefería la discreción, pues, entre menos tesitgos, más sencillas son las hazañas bélicas.

— Pero en realidad, poco interés tengo en el frasco. —Asintió, bebiendo del rigor café, transparente por el vidrio del vaso.— Quiero conocer al autor del crimen, es un buen principiante, que necesita pulirse.
 
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