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—Tengo algo para ti.

Una voz, nítda, vacía, ronca pero ajena al lugar, danzó tal cual luna llena sobre ese vacío hostal. ¿Tenía compañía, o acaso amaba hablar con las sombras? No lo sabría un espía, tampoco él mismo, pues la rutina, recaía en hablar solo, y después, enterarse de que el trabajo estaba hecho. El velo en suciedad se desvanecía en los enormes arcos, y la única mesa disponible, tentaba los dedos de Dickens, el hombre que solitario, depositó una carta en ella. ¿Qué sucedía allí? Fue la pregunta del leuteniant Satchel, el hombre, que hace semanas, perseguía al noble banquero.
 
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G1575593 · F
Dejó nuevamente el papel sobre la mesa y "trató de descifrarlo", en ella, no había absolutamente nada que levantara sospechas. Su forma de hablar, de actuar, su completa legitimidad en la profesión que ejercía dentro de la taberna sirviendo a los clientes, era indudable. Atenta, expresó. — ¿Y qué es? Por aquí pasan realmente muchas personas, de todas las profesiones habidas y por haber, por el precio justo, podría contactar con alguien que posiblemente sepa algo al respecto. A toda camarera "respetable" como yo, le importan más las propinas y algún dinero extra que se puedan ganar. — Le miró expectante, esperando respuesta de él.
 
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