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—Tengo algo para ti.

Una voz, nítda, vacía, ronca pero ajena al lugar, danzó tal cual luna llena sobre ese vacío hostal. ¿Tenía compañía, o acaso amaba hablar con las sombras? No lo sabría un espía, tampoco él mismo, pues la rutina, recaía en hablar solo, y después, enterarse de que el trabajo estaba hecho. El velo en suciedad se desvanecía en los enormes arcos, y la única mesa disponible, tentaba los dedos de Dickens, el hombre que solitario, depositó una carta en ella. ¿Qué sucedía allí? Fue la pregunta del leuteniant Satchel, el hombre, que hace semanas, perseguía al noble banquero.
 
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G1575593 · F
Así mismo, se narraban mitos, leyendas, aparecían trovadores, poetas, escritores y artistas. Esta taberna era el lugar perfecto para transmitir la cultura de la realidad del mundo de extramuros con toda su dureza y toda su fantasía. El ambiente idóneo para obtener todo tipo de información. Escuchó la orden y guiñó su ojo derecho al recién llegado, fue hasta la barra, hizo el pedido y colocó el trago de whisky sobre la bandeja que sostenía en la mano, para después extenderlo sobre la mesa y servir. — Jamás te había visto ¿Eres nuevo por aquí? — Mencionó curiosa, con una voz exquisitamente delicada y juguetona. — Bienvenido. —
 
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