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—Si algo hacía bien era huir, la jovencita había dado pelea pero finalmente parecía que saldría airoso de ese intento de captura. Con los gritos cada vez más lejos, tuvo tiempo para esconderse en un callejón de ese barrio bajo al que se adentró para perderla y quitarse las esposas con calma.— Esposas nuevas, a alguien le gustará esto.