Pondré fin a esta descabellada locura de una vez por todas. Se ha acabado el tiempo. Es hora que enfrentes la justicia al filo de mi espada, a las llamas que no se extinguen. Al Lado Oscuro del Amanecer.
Igual expiraría, igual sentiría sus fuerzas desvanecerse, el cómo la vida abandonaría su obsceno cuerpo esté donde esté, enviándola a aquella prisión de fuego y azufre de donde vino, en esperas que por lo pronto no pudiese volver más.—
Pensé amarías a la humanidad, pero la maldad en tu corazón prevaleció... No tuve elección. Adiós, Lilith...
—Expresó para sí mismo, a medida que aquellas alas sobre su espalda, que hacían como planeador o paracaídas al ser un artilugio más que nada, le permitían descender lentamente hacia el suelo chamuscado, carbonizado, hasta que finalmente estuvo de pie, aunque el cansancio era inevitable al ejercer tanta fuerza, por lo que clavó la punta de su espada sobre el suelo, sujetando el mango con la diestra, e inevitablemente se doblaría con una rodilla en el suelo, tratanto de recuperar el aire, mientras observaba que lo había conseguido. Había eliminado aquella amenaza en forma de mujer, al menos por el momento.—
