Pondré fin a esta descabellada locura de una vez por todas. Se ha acabado el tiempo. Es hora que enfrentes la justicia al filo de mi espada, a las llamas que no se extinguen. Al Lado Oscuro del Amanecer.
Enfrentaba así el desarrollo de la nueva modernidad lejos de una recóndita Monsdat Medieval. Profiriendo solo por respuesta a su inútil acto belicoso de celos un encajado deseo de concretar su el holocausto más sublime con acuarelas sanguinolentas.
[code]Guardó su calamidad cansada de oír tanto trabalenguas sordos y sus golpes de pecho, ofendiéndola, devastándola y rió entonces al final...tan lacerante y lujuriosa entre los extintos pétalos de cereza crepitando en las últimas flamas ajenas.
Ella continuaría inmersándose en todos las rendijas escuchando, observando, reconociendo esa abominación llamada "Creación Divina" a imagen y semejanza de El padre. Los hombres eran seres inferiores a los animales, tan superficiales y fáciles de hacer caer. Descendió al inframundo con su forma primitiva buscando el semen almacenado por su legión de demonios y se dió un bacanal empacho.
Al día siguiente, completamente recuperada retornó a la tierra con una típica mirada mezquina, rencorosa, perversa y cada vez más masculina. Insolentando a los que varones que iban topándose con ella, "tratando a los caballeros" como ovejas de rebaño que había que pastorearlas y ordeñarlas de los testículos. [/code]
[code]Entendió satisfecha que su existencia era el cúlmen del odio. La mujer vengativa y luchadora que con una vagina se acorazaba de un arma. Que por una violación sacaba adelante a una criatura con un único motivo constante y poderoso: el amor. ¿Cómo callar su lenguaraz y agresiva boca?
Diluc como muchos y la gran mayoría de hombres se acostaba con innumerables mujeres y luego dormía en sábanas de satín lavadas y purificadas con el esfuerzo y el amor de una esposa oprimida por el miedo. El acto sexual que él consumaba era pagado por monedas a cambio. Todo estaba ajustado a la conveniencia del macho. No había punto intermedio a la hora de juzgarla. El la sentenciaba y se escandalizaba del mundo real y de sus mentiras.
Lo que él pensaba y planeaba como un sitio “perfecto” seguramente debía ser la homosexualidad. No cabía en su juicio un mundo tan extravagante sin un ápice de ira que estalle el mal genio de una mujer despechada por la traición.[/code]
[code]Ella al igual que el SIDA no tenían autocontrol y devastaban la humanidad pues eran dos enfermedades asesinas, mortales y naturales. Era estúpido negarla. Se había cansado del juego del gato y el ratón y ya no tenía otra manera de hacérselo comprender. Si ésta era una actuación para despedirlo para siempre se sorprendió a si misma agotándosele las baterías tan inesperada y deliberadamente.
Permitió que él entre a su círculo de perfección de degeneración cohabitando un último instante donde él la aprisionó, masacró, desmembró, insultó y desechó como un desperdicio.
No había una causa para seguir agradando a todos con sus satisfactorias endorfinas. El hombre humano era un monstruo terrible se había apoderado de la Gloria de Dios colocándose en la cúspide más alta como amo y señor mientras la mujer era incapacitada, discriminada y denigrada.
—Deja de estigmatizar y demonizarme...¡ESTOY HARTA DE TI!—
El propósito de Diluc era extinguirla o reprimirla, condenarla y hacerla retroceder hasta el límite del hastío y el comienzo del repudio, era mero chantaje vil todo ese desplante tan equivocado de heroísmo embaucador. El cometía un delito al violentarla y forzarla a defenderse. Su egoísmo no tenía absolutamente nada de nobleza con la que se untaba, perfumaba y alardeaba.
Permitió ésta vez nombrarla como se le diera la regalada gana. Ya no sentía ningún estímulo por responder, ese grandilocuente e hinchado acto misógino había conseguido "apagarla" de toda su pasión. Si él la había conocido con una sonrisa alegre ahora sí que la había defraudado, no quedaba más que el razgo entenebrecido de una mueca de repugnancia...
Igual expiraría, igual sentiría sus fuerzas desvanecerse, el cómo la vida abandonaría su obsceno cuerpo esté donde esté, enviándola a aquella prisión de fuego y azufre de donde vino, en esperas que por lo pronto no pudiese volver más.—
Pensé amarías a la humanidad, pero la maldad en tu corazón prevaleció... No tuve elección. Adiós, Lilith...
—Expresó para sí mismo, a medida que aquellas alas sobre su espalda, que hacían como planeador o paracaídas al ser un artilugio más que nada, le permitían descender lentamente hacia el suelo chamuscado, carbonizado, hasta que finalmente estuvo de pie, aunque el cansancio era inevitable al ejercer tanta fuerza, por lo que clavó la punta de su espada sobre el suelo, sujetando el mango con la diestra, e inevitablemente se doblaría con una rodilla en el suelo, tratanto de recuperar el aire, mientras observaba que lo había conseguido. Había eliminado aquella amenaza en forma de mujer, al menos por el momento.—
Las plumas de fuego que ardían sobre el suelo se convirtieron en pequeñas esferas de energía netamente elemental, que por montones atravesaron los aires y se acumularon en el arma de Diluc, que continuaba flameante, aparentemente inextinguible al responder a su voluntad, a su determinación.—
¡Me levantaré más fuerte y mis enemigos se volverán cenizas, así como lo harás tú!
—La propia hoja del arma que normalmente era tan oscura como la noche parecía resplandecer de blanco, mas no era luz, era la intensidad del elemento fuego que desprendía llamas del mismo color, y con un violento tajo transversal, cortó los aires y las llamas tomaron la forma de aquella leyenda, la forma del Ave Fénix, que invencible cantó al zurcar los aires contra aquella demoniaca presencia, estallando contra esta sin piedad, en busca de incinerarla por completo, mientras la maldición de sus cadenas se encargarían de su vida, de su alma, que intrínsecamente unida a su “otra mitad”[...]
Pues era tan ardiente que la atravesaría desde adentro, y manipulando el fuego bajo sus pies, potentes llamaradas le servían de propulsión para poder escapar, dejado graves quemaduras en el interior de su oponente al escapar de entre sus interiores, dejando un agujero que continuaba en llamas, desde el cual el fuego parecía propagarse por el cuerpo de esta.
Propelado por los aires, en un efímero resplandor hizo manifestar tras su espalda lo que parecían alas negras, decoradas con plumas rojizas, mas no eran funcionales como tal, sólo le permitían planear navegar los vientos o sostenerse en el aire. El ambiente era tan caliente que le permitía permanecer suspendido a unos veinte metros de distancia sobre el reptil infernal que caería al suelo por el daño causado.—
Porque así como el Ave Fénix, siempre me levantaré...
—Musitó algo cansado, mientras la Visión de fuego que colgaba de su cinturón pareció desplegar un intenso resplandor. [...]
