[code]Hubo un silencio de tensión. Lo había rememorado todo. Los impulsos desenfrenados retornaban a ella convirtiéndola en un monstruo glotón. El odio y la envidia corrompieron su delicada, femenina y dulce silueta de cisne al no verse privilegiada en primer lugar como madre del amor y la humanidad. Se volvió una con la oscuridad que electrificó tétricamente sus ojos en un carmesí abisal. Fulgurando y escupiendo ese maremágnum de tenebroso ectoplasma rosa Lilith se difuminó y desapareció sublimándose en espera del elegido siguiente Adán.[/code]
[code]Recibiendo con aquiescencia el hecho de atrofiar y derrocar para siempre al pendenciero machista indigno de ella ahora tumbado y condenado al infortunio divino. Exultante y masculina la escorpiona rió macabramente recordando el fatal intento de violación perpetrado por su destina pareja Adán al comienzo de los tiempos.
—Nunca seré domada ni sometida por nadie. Ni siquiera por Dios. Ya has probado mi castigo y espero no volver a cruzarme con un sujeto tan bruto como tú—
El desplomado fiambre se levantó y escapó engorrosa y humillantemente como una polilla luego de ser vencido con holgura. La descarriada quimera sexual se empoderó recuperando su antifaz: el refinamiento y la pomposidad, sus formas femeninas y promiscuas exageraron en voluptuosidad dramatizando una sonrisa victoriosa y solemne, registrándolo en su memoria para ser catapultado en el final de sus días al lado del Padre. [/code]
Así, sujetándose el brazo derecho con la zurda, colocó la palma derecha sobre una de las paredes y, a través de su visión de fuego manifestó una pequeña explosión lo suficientemente fuerte para romper la “caja” que lo envolvía, encargándose de controlar el fuego para que este no le lastimase, mas del cansancio igual sufrió algunas quemaduras en sus ropas y heridas de primer grado.
Su Claymore se desvaneció pues no pudo sostenerla más, y con lo último de sus energías manifestó ese artefacto que le daba alas para planear. A paso tropezado alcanzó el borde de la montaña, del cual saltó, dejando que los vientos lo llevasen lejos de aquel lugar. Escapó a duras penas, pero sabía ya a qué se enfrentaba. Era una amenaza para Mondstat, no, para el mundo. La próxima vez estaría listo.
En medio de su monólogo hablaba de su visión artificial, el “Engaño” que llevaba en su mano izquierda. La fuente de poder de esta era diferente a la de su elemento de fuego que le había sido entregado por los Dioses, si no más bien una volátil fuente de maldad de la cual él mismo aún desconocía en su totalidad. Empuñando ambas manos entonces concentró las pocas energías que le quedaban, pues realmente estaba exhausto, en manipular aquel artefacto. Se encendió a sí mismo en aquellas llamas de tinieblas que normalmente envolvían sus cadenas. Esto tenía un efecto adverso en él pues causaba inmenso dolor, lo suficiente para hacerlo quejarse e inclusive escupir algo de sangre, pero pareció romper el hechizo que había sido puesto en él, el cual le inmovilizaba.
Sentía dolor en cada músculo, en cada hueso de su cuerpo a causa de sus acciones, pero podía tolerarlo o eso creía. Al menos lo suficiente para volver a casa.
Observó algo estupefacto lo que sucedía. Aquella mujer no era sólo una súcubo, era realmente un demonio a la par de las leyendas que existen en Teyvat, los Adepti y la era de los Dioses. De pronto sintió su cuerpo debilitarse, ser atado en contra de su voluntad, en lo que aquel ave fénix cambiaba de rumbo, habiéndose convertido él mismo en su objetivo.
— Esto... Esto está bastante mal. No queda otra más que encontrar la forma de huir...
Hablaba consigo mismo, dejando sus ojos cerrar, aparentemente “entregándose” a la derrota, mas no estaba esto más lejos de la realidad. A pesar de estar inmóvil aún era capaz de utilizar su visión, y esta resplandeció ante su comando, haciendo las llamas que se dirigían hacia él, desvanecerse a pocos metros, al tiempo que aquel sello hermético lo envolvió en aquella prisión de oscuridad.
— Bien, parece que salir de aquí te costará. Es eso... O morir aquí dentro. Sólo espero que usarlo... No termine por matarme.
[code]La femme fatale erradicó ese sitio solo con una leve distorsión en el aire para esfumarse clarificando su aura vengativa y primitiva en algo extrapolarizado y celestial. Se disparó en un perfecto sendero hacia el cielo para irse de la faz de la tierra derecho a dominar el Inframundo.
De soslayo atisbó la siguiente estupidez del cavernícola de blandengue virilidad. Era una pálida imitación de un ave legendaria que simbolizaba la destrucción y el renacimiento. Emuló una carente sonrisa de empatia gesticulando altivez, volteándose sin reparos para enviarle un charco cuneiforme de hechizos prohibidos. Habló en una lengua apócrifas enviando de regreso el fuego al usuario al que con su mirada "excavadora" había llegado a maniatar, desestabilizaría al usuario y lo enjaularía en un vehículo hermético para que se pudra para siempre en lo profundo de la obscuridad.
—Ya me cansé de ti, escoria indeseable...Hades querrá verme...Adiós.—[/code]
[code]La monstruosa masa continuaba progresando y optimizándose entre retorcidos y burbujeantes chamuscazos de su transmogrificación: Una cascada abstracta y viscosa de hirvientes reflujos rosa logró embutirse densa y colosalmente de lleno sobre el suelo ardiente. Vaciándose soberbia la hembra convertida en lava “óptima” por toda el área. Sumergiéndose en el suelo para destruir vidas y propiedades por igual. Sofocando ese caos con hielo. Apagando el hecho trascendental de su blasfemia.
Rosas cristalizadas crepitaron brotando en el paisaje antes hediondo y ahora hermoso. Su esencia era un elixir ponzoñoso y narcótico que haría colapsar a cualquier ser vivo de un placentero orgasmo magno pero MORTAL.
El oráculo era críptico, sin embargo, no iba a dejar huellas nefastas. ¡Jamás esa era su intención! Contuvo el fenómeno con misericordia suficiente que Dios a ella no le otorgo...[/code]
[code]La piscina ahora era lava roja calcinante desde la lejanía. Suspiró. Ella ya había vivido siglos suficientes para superar a un mendigo alquimista e incluso podría sublevarse cualquier día ante el mismo Dios. Lilith estaba iracunda al ver nuevamente cadenas que repiquetearon cerca de su angulado rostro de ángel. Enloquecida y hecha una verdadera fiera chilló y azotó el látigo de su cola, espoleando y desviando cada obstáculo con impresionante certeza y puntería, repeliendo su tercera ofensa.
Se lamió el labio inferior de extraordinaria puta y transmutó su figura en algo colosal y retorcido al torcerse sus inmortales vértices en ocho. El peso se multiplicó a toneladas y de la criatura hermosa y cautivadora solo quedó una rencorosa brama golpeando en estruendos el cielo destruyéndolo todo en su dirección. [/code]
Esto no era todo, pues tomando el mango de su Claymore con ambas manos, la llevó sobre su hombro e, invocando al elemento de fuego con su Visión, la hoja parecía encenderse en llamas y con un fuerte y drástico tajo en dirección a la mujer, manifestó una gran cantidad de ese elemento vivo en forma de Fénix, que podía escucharse gritar, el cual voló a gran velocidad a manera de ofensiva buscando calcinar con sus llamas a tan peligrosa entidad.
