[code]Había caído en la trampa. Ella era el gato y el, el ratón. Su territorio era tamaño foco infeccioso de aberrante lujuria. Debajo del telón ella movía los hilos con la apariencia de una virginal novicia cuando en realidad sus tentáculos estaban succionando de él y de todos.
Las malditas ventosas pegajosas y mojadas de sus miembros cayeron posesiva y celosamente alrededor de su cuello, besándolo, atragantándolo de la música de sus gemidos y embriagándolo con su aroma intoxicante de vainilla orquídea y crema.[/code]
[code]Idiotizaría a la siguiente victima. El monstruo aprendió en solo dos días a conocer sus facultades. Se revigorizó, se alimentó ávidamente y acabó su tarea: La manipulación de los cuatro elementos.
Se movió entonces como la máxima servidora de placer acostumbrada a la cotidiana actuación de andante portento de pornografía. Caminó de manera cinética y calculadora borrando entre el bullicio las existencias de sus demás "clientes" haciendo refulgir su miasma venenoso en el ambiente como una hambrienta rosa carnívora abriéndose esplendorosa.
—Veo que te gustan los juguetes...¿Probamos alguno allá dentro~?—
Le tomó en brazos aún cuando el tenía un arma apuntándola. Se aletargaría pronto y caería sobre su hombro. Esta era una fiesta de sexo libre, alcohol excesivo y desverguenza e inmoralidad. Muchos estudiantes estaban frenéticos sobre ella.[/code]
[code]Tres día le había tomado a ella recuperar sus órganos y huesos, sin embargo, sus emociones invertidas, eran las de una máquina de sexo, depresiva y suicida. No podía recordar el averno, ni disimular la angustia de aún no encontrar todavía a su Adán. Su amnesia la ostentaba como un androide alarmantemente bello y clandestino para ésta corrupta realidad.
—¿Nos conocemos?—
Emergió su voz con cierta timidez. Era droga ilegal. Una artífice arpía enredando los engranajes del tiempo y la estática para su beneficio.
Se había refugiado en un burdel de mala muerte tras escapar de criminales y proxenetas que hubieran hurtado su destino y su misión en ese planeta. Dios la había hecho hermosa como una estatua clara de alabastro, sus formas femeninas incurrían en la opulencia y exageración voluptuosa. Su rostro era la alusión de un ángel santo y bendito...[/code]
[code]Su cuestionable gallardía y protagonismo de hipotético héroe no era nada más que una de las varias máscara que el pelirojo se había creado con afición extrovertida, no, más bien él se lo había ganado, todo ese rechazo a su personalidad disociativa y ahora la cruda verdad bailaría desnuda y voluptuosa delante suyo cantando la victoria.
Herido y caído, arruinado todo él, de pies a cabeza era un completo narcisista, egocéntrico, misógino y mujeriego. La cortesía y la galantería forzadas estaban fuera de lugar. Había obligado a la pagana diosa Lilith a interrumpir su horario de sueño. La había localizado y ahora la acosaba impúdicamente gritando a todo pulmón lo locamente enamorado que estaba de su belleza.
¿Era él una buena espada para blandir y acaparar o era uno más de los insulsos tubos de ensayos desafiando su sacrílego templo?
Suspiró al ver los resquicios de un “paladín nocturno” profanando su honrado quéhacer....[/code]
Su cuerpo aún no se recuperaba del todo, ciertos movimientos le causarían dolor, sobre todo en las articulaciones y en su abdomen gracias al abuso en el uso de su Engaño, esa Visión artificial, alimentada por las tinieblas, pero podia tolerarlo. Extendió sus brazos hacia adelante, llamando a su fiel Claymore, la Lápida del Lobo, esa espada de metal negro y grabados rojizos, la cual empuñó con firmeza mientras sus botas se afirmaban sobre el terreno.
Sólo suspiró a ojos cerrados por un momento, asegurándose de empuñar bien el arma antes de fijar su mirada penetrante hacia la pelirosa. No había segundas o terceras oportunidades, no había espacio para la paz. Era él y el mundo, o ella y el fin. Como si de combustible se tratase, el filo de su arma comenzó a encenderse en intensas llamas, respondiendo a la Visión de fuego que colgaba como medallón de su cinturón. Estaba listo.
— Supongo que es inútil razonar contigo. Aún no me encuentro del todo recuperado, pero si hay un momento para esto, es ahora...
Su mirada marcaba determinación, frialdad. Cualquier toque de piedad que cruzaran por sus pensamientos para con ella se había extinto y en su lugar, lo que ardían eran las llamas inextinguibles que protegerían no sólo a Mondstat, pero al mundo entero en un acto que muy probablemente pase desapercibido, pero no era algo que le importara. Nunca ha buscado la fama ni la atención de un héroe. Sólo se ha manchado las manos cuando es necesario, sus acciones “heroicas” normalmente ocultas bajo el manto de la noche, lo que consiguió que el nombre del “Héroe Oscuro” se esparciera por su ciudad de origen, donde nadie ha podido dar con la identidad de aquel hombre que por las noches eliminaba criaturas de las tinieblas y capturaba inescrupulosos. Esta sería sólo una más de sus acciones irónicamente desprendidas de sí mismo.
-Deja que la paranoia infecte a todos mis huéspedes...Espera solo un poco, querido. Será más divertido y placentero ver como mis discípulos te decapiten ante mis ojos. Ya no quiero ensuciarme las manos de sangre, cuando tengo vergas a por montones.- ♡
—Si mal no recuerdo, no me dejaste opción... No llamaría abuso a evitar el fin de los tiempos a causa de tus manos. Lo que pretendes hacer no es algo que pueda aceptar. Así me cueste la vida, pondré un fin a este disparate de una vez por todas. Tal vez y no debería dejarte escapar ahora que te encuentras así.
-Usted es un abusador y yo una incorregible psicópata. Ya quiere exorcisarme de nuevo (?) Hoy no, LO SIENTO! apenas estoy haciendo nuevos amigos~ Déjeme engolosinarme más y mas así yo iré a visitarle y de paso le reviento los intestinos con muchísimo gusto, Diluc.-
