House Esmeray.
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NaerysDragonhelm · F
—He venido aquí, en representación al Emperador. —
Respondió con firmeza y en voz alta y clara, la reina de Dragonhelm, una tierra que aunque igual azotada por la tiranía del Emperador, disfrutaba de ciertos beneficios gracias a su alianza en contra del resto de los reinos que se le oponen.
Claro que aún no era claro quienes eran estos que complotaban contra el reino. Habían rumores de tertulias y estrategias varias, planes de atentados y proselitismos que tenían como fin, la caída del imperio.
Se decía entre una vasta cantidad de rumores, que la Reina Naerys había sido entregada como dama de compañía al Emperador, quien tras la trágica -y sospechosa muerte de su esposa- requirió de dicha compañía para aliviar su dolor y encontrar consuelo.
Gracias a esto, Dragonhelm no solo ganó un lugar y voz en la corte imperial, sino que incluso donaciones -todas de buena fe, por supuesto.- se hicieron llegar a estas tierras, afectando sin consideración, el abastecimiento de otras que estaban tanto o más necesitadas de estas ayudas que Dragonhelm.
Naerys avanzó por aquella fina y suave alfombra con un pequeño séquito conformado de un batallón de apenas 10 de los mejores guerreros de la capital, todos con la orden expresa de boca del mismo Emperador, de proteger con su vida la de La Reina Concubina.
Se detuvo justo frente al trono, desafiando con su expresión, la mirada intimidante de la reina de Esmeray, quien, pese a ser una visita meramente amistosa y con el afán de crear ciertos convenios que al reino beneficiara, demostraba su postura hostil y cerrada a cualquier tipo de negociación.
—. . . Con un comunicado que podría llenar de regocijo al pueblo de Mesmay.—Dijo Naerys en voz alta, alzando la diestra que sostenía un rollo de pergamino, con el sello imperial. Giró sobre sus talones para mostrar a toda la audiencia presente en aquel salón, para que constataran con sus propios ojos, sus palabras.
—El emperador Invita a la reina de Mesmay a Visitar la capital del Imperio, para hablar sobre la alianza para fortalecer a los reinos. Tres de los cuales, ya han aceptado a esta tregua en beneficio del pueblo que sufre hambre, pobreza, miedo, por causa de algunos cuantos regentes cuyo egoísmo ha hundido a sus reinos en la incertidumbre y el terror. —tras mencionar estas palabras, sonrió de lado, entregando el pergamino a uno de sus guardias, quien se dirigiría a la escalinata para entregarlo al consejero de la reina Anfitriona.-
Respondió con firmeza y en voz alta y clara, la reina de Dragonhelm, una tierra que aunque igual azotada por la tiranía del Emperador, disfrutaba de ciertos beneficios gracias a su alianza en contra del resto de los reinos que se le oponen.
Claro que aún no era claro quienes eran estos que complotaban contra el reino. Habían rumores de tertulias y estrategias varias, planes de atentados y proselitismos que tenían como fin, la caída del imperio.
Se decía entre una vasta cantidad de rumores, que la Reina Naerys había sido entregada como dama de compañía al Emperador, quien tras la trágica -y sospechosa muerte de su esposa- requirió de dicha compañía para aliviar su dolor y encontrar consuelo.
Gracias a esto, Dragonhelm no solo ganó un lugar y voz en la corte imperial, sino que incluso donaciones -todas de buena fe, por supuesto.- se hicieron llegar a estas tierras, afectando sin consideración, el abastecimiento de otras que estaban tanto o más necesitadas de estas ayudas que Dragonhelm.
Naerys avanzó por aquella fina y suave alfombra con un pequeño séquito conformado de un batallón de apenas 10 de los mejores guerreros de la capital, todos con la orden expresa de boca del mismo Emperador, de proteger con su vida la de La Reina Concubina.
Se detuvo justo frente al trono, desafiando con su expresión, la mirada intimidante de la reina de Esmeray, quien, pese a ser una visita meramente amistosa y con el afán de crear ciertos convenios que al reino beneficiara, demostraba su postura hostil y cerrada a cualquier tipo de negociación.
—. . . Con un comunicado que podría llenar de regocijo al pueblo de Mesmay.—Dijo Naerys en voz alta, alzando la diestra que sostenía un rollo de pergamino, con el sello imperial. Giró sobre sus talones para mostrar a toda la audiencia presente en aquel salón, para que constataran con sus propios ojos, sus palabras.
—El emperador Invita a la reina de Mesmay a Visitar la capital del Imperio, para hablar sobre la alianza para fortalecer a los reinos. Tres de los cuales, ya han aceptado a esta tregua en beneficio del pueblo que sufre hambre, pobreza, miedo, por causa de algunos cuantos regentes cuyo egoísmo ha hundido a sus reinos en la incertidumbre y el terror. —tras mencionar estas palabras, sonrió de lado, entregando el pergamino a uno de sus guardias, quien se dirigiría a la escalinata para entregarlo al consejero de la reina Anfitriona.-