-al ver aquel gesto de desprecio hacia su trato de entablar confianza, baja la mano y la esconde detrás de su espalda aún así ella no era de rendirse cuando quería saber algo, acortó la distancia que separaba sus cuerpos para verle fijamente a los ojos y saber si realmente le decía la verdad o aún le escondía algo.- no creo mucho en lo que dice pero está bien, lamento interrumpir su soledad, ¿Quiere que me retire?. -pregunta de forma amable y cuidadosa.-

Damon Duvert no era una persona expresiva, menos alguien que buscara comprensión o de un amigo. Miró la mano de la fémina y su intento por entablar confianza con él, cosa que ninguna otra persona había intentado antes.

No supo de primera mano cómo reaccionar, por lo que lanzó una mirada desdeñosa (e involuntaria) y aclaró su garganta antes de responder.

-Ya te dije que ya estoy bien. Solo... Solo fue una basura- y talló su ojo para mostrarle. Pensaba en el pasado, en la madre que perdió, le avergonzaba confesar algo como eso.

Me gustan éstos lugares pero, caballero... ¿De verdad me esconderá la razón de sus lágrimas? No le diré a nadie pues no tengo muchos amigos, además no tendría razones para conterle a alguien de su momento de vulnerabilidad. -sonriendo aún, le mostró su mano derecha la cuál estaba cerrada aunque con su meñique extendido.- será una promesa.

Aspiró el aire, recuperando compostura. Negó un par de veces pues extrañamente, no sentía necesidad alguna de reclamarle.

-Solo me has sorprendido. Creí que a este lugar no llegaría nadie -señaló su entorno, un frondoso y solitario bosque.

-sabía que llegar sin previo aviso había sido un error pero al ver al masculino de aquella forma le preocupó, o más bien quería saber qué le pasaba solo para pasar el tiempo en aquel aburrido día.- Lo siento, por acercarme a usted sin decir nada antes, juro que la próxima vez avisaré. -La albina estaba más que segura que vería a aquel rubio en algún otro momento, tal vez no mañana pero le vería de igual forma.- Me llamo Emily, aunque mi llegada a este lugar será un pequeño secreto que mantendré para mi. -En su rostro se hizo presente una leve sonrisa aunque sin ninguna mala intensión.-

La voz de la fémina le sorprendió. No se percató de su cercanía. Con la muñeca diestra, secó la lágrima con resentimiento y se recompuso. Odiaba mostrarse vulnerable.

-Por nada -respondió el rubio que se acercó a la desconocida mujer -¿Quién eres? ¿Cómo llegaste aquí?

¿Por qué está llorando?