—Habia necesidad de alimentarse por parte de la albina, resoplar, esa debilidad que la dominaba en cada oportunidad de gaste de energía le tenía de malas, no podía regenerarse ni a su piel ni a sus huesos y bajo esa condición recibir el abrazo la hizo apretar su cuerpo. Ahogo cualquier signo de dolor en su voz con el método de morderse la lengua que por mucho tiempo uso en el pasado para encubrir los sentimientos por el cazador, imaginar que ahora era para contener chillidos lo hacía cómico. La alarma sufrida durante el transcurso de tantos enfrentamientos le bloqueaba el deseo de verlo preocupado por ella, así que resistió solo para seguir envuelta en sus brazos, los mismos que tenían el don exclusivo de transmitirle calor a su cuerpo ausente de vitalidad.— Eran bastante montoneros —Arrugo la frente.— Debo ser más fuerte para que no tengas que acabar con todo tú solo, no fui de mucha ayuda ¿cierto, amor? —Mirar sus uñas, estaban quebradas por tanta piel que tuvieron que desgarrar.—