Sus llantos pararon en cuanto escuchó a su hermano tranquilizándola con sus palabras como era de costumbre. Frotó sus nudillos en aquellos ojos hundidos en lágrimas y bajó la cabeza para darse cuenta que su hermano había utilizado los pedazos de tela que siempre vestía en brazos para poder cubrir las partes íntimas de su hermana.

Se levantó y corrió hasta la ventana más cercana de aquella habitación y poder verse en el reflejo de esta, llevando sus manos a sus pechos para apretujarlos y modelar para ella misma. (?) Dándose media vuelta, con las manos en las caderas presumía de su nuevo atuendo.

— ¡Eres un genio Onii-chan! Se ven tan bien… Y qué va, poco me importará si nos pillan; además solo estábamos jugando… a nuestro modo; jeje.