/Y es verdad. Helena podría tocarla y revisar cada zona de su cuerpo, pero el hecho que riera hace que Death la imitara. Ha tomado una gran decisión que ponía contentas a ambas, hacía que el gesto hecho por la mujer que adora hubiera valido completamente la pena.
—La miraba y podía notarse el brillo en sus ojos mientras en efecto, buscaba pulgas. En realidad fingía que lo hacía, riendo un poco en el proceso. Creyó que estaría tan cerca de algún lobo sin actuar de forma violenta; Death era la excepción a muchos aspectos de Helena.—
¿Crees que este bonito cuerpo tiene pulgas, querida?
/Detalló con una sonrisa, y aprovechando esa cercanía y la dulzura que, a ojos de la mayor, esa loba desprendía, robaría un par de pequeños besos. No importaba nada más, en ese trayecto Helena ha tomado un lugar tan alto, como el más importante que existe para ella en ese planeta.
— Niega con la cabeza, y así acentúa el amable roce entre sus narices. Aunque fuese una mujer algo arisca, sabía reconocer cuando alguien lograba captar su atención y Death lo había hecho muy bien.—
/A veces Helena la sorprendía tanto, incluso ahora, con ese gesto dulce como lo fue su beso, no podía pedir nada mejor, cuando esa loba que antes mostraba repudio o negación a tales tratos, los ejecutaba por cuenta propia; le encantaba. Se dió la libertad de robar otro pequeño beso a los labios, y un suave roce a la nariz.
¡Haha! No habrá pulga que se interponga en mi camino de quererte. ♡
—Se encoge de hombros, fingiendo que le daba igual. Pero no era así, estaba contenta con la novedad de verla en aquella forma familia. Lo bueno es que seguía siendo Death, quien le gustaba mucho. Entonces permitió la caricia, después le robó un beso fugaz a los labios.—
/Eso era todo, pues conocer el gusto contrario bastaba y sobraba para permanecer en esa forma siempre que compartiera su tiempo con ella. La diestra fue a parar en la mejilla de Helena, acariciando con suavidad, una dulzura que ella le puede provocar.
— Pregunta de mala manera. El rubor carmesí en la albina era notable, está llena de energía por sólo estar cerca de ella en su nueva forma. Siguió tocando, rascando ahora detrás de una de sus orejas.—
/Algo le decía que recibiría una negativa a la pregunta, pero, deseaba asegurarse primero, después de todo, era algo que podía complacer a ambas. Cerró los ojos, pues aunque no se notase, esas caricias suaves se sentían bien.
Un sí, o un no, solo eso necesito para saber que tanto te gusta la nueva yo.
Es injusto. Trataba de ser la única loba por aquí.
— Con cuidado, los dedos de la albina rozan esas orejas ya sin poder contenerse. El roce se vuelve pequeños toques con pulgar e índice, explorando las puntas.—
Supongo que tendré que compartir el bosque contigo...
