/Imposible contener cualquier sonido coqueto de sus labios, todos lo suficientemente audibles para el oído de esa loba, aquella que fácil le hacía perder todo control. ~ La pregunta fue la razón de volverse más atrevida, sus manos entre cada caricia acaban contra los glúteos, ahí sus uñas vuelven a hundirse, como si reclamara a tal mujer solo con sus actos. Helena... Lo que yo quiero, es a ti.
— Helena guarda silencio por un rato, relamiendose los labios. Fue imposible contenerse a sonreír por lo que oyó, además, el desliz de esas uñas sobre sí dieron a la loba más motivos para continuar jugando.~ La besa en el cuello, muerde provocadora también y se aleja lo suficiente para mirarle a la cara. Esas orejas de coneja se veían muy bien; ya estaba tocando una de ellas con el índice.— Te ofrecería un intercambio por ser tan generosa, pero... ¿Qué podrías querer tú?
¡Por supuesto! Saciar el hambre voraz de la loba más sexy y encantadora que hay, ¿cómo podría negarme? /Después de todo, ella sabía muy bien como comerla. ~ Un pequeño estremecer hubo ante la lamida, mientras se anima a usar sus manos para recorrer el torso contrario, sus uñas protagonizan aquel paseo.
Sí, tienes que hacerlo... Después de todo, eso quieres, ¿verdad? —Más mordidas, incluso deja pequeñas lamidas en ese hombro. Qué buen sabor ~ pensaba la loba, dejando una lamida recta y lenta sobre el cuello de tan atractiva mujer. —
/¡Adora lo sincera que es! No tardó nada en abrazarla, jadeando para esa albina tan pronto tiene sus dientes en la piel y, asimismo, relamer sus labios con sutil lascivia. Tendré que alimentarte muy, muy bien, mi amada loba. ~
— Movió la cabeza asintiendo antes de abrir la boca y mordisquear su hombro. Sí, la iba a marcar como su alimento, su conejita, mientras las manos se deslizan por esa atractiva y marcada cintura. — ¡Sí! Hace tanto no me alimento de ésta forma...~
/Una risa llegó tan pronto como caía. Ignoraba cualquier estruendo extra, bastante entretenida con el hecho de tenerla encima; su suspiro no se hizo esperar, imposible retenerlo si esos dulces labios la marcaban. Helena... Veo que tenías mucha hambre. ~
—Se lanza sobre ella, la coneja más apetecible que sus ojos habían visto. ¿Por dónde debía empezar? Se dijo, luego de derribarla al suelo y estar sobre ella, besándole en el hombro con sonoros besos.— Qué bien, estás muuuy bien.~
