Yace contenta, se contempla solo con mirarla, imposible ocultar el hecho de que se sentía agradable los segundos que usaba para atender a la joven loba. Aún más, esa sonrisa tuya sería aquella que hiciera crecer su gusto por tal escenario.
━ Si no tuviera piedad, seguramente hubiera sobrepoblación en tanto lugares, ¡haha! ~
Agregó, hubo un tono suave pero divertido en su voz, y por supuesto que no frenarían las pequeñas caricias regaladas.
━ ¿Perezosa? Digamos mejor que, me gustan los descansos.
Una pequeña sacudida de orejas fue señal de que había terminado de escucharle. No la entendía, no entendía a La Muerte pero ahí estaba, apenada por oír los cumplidos que le hacían sentir "débil" ante su incapacidad de empujarla y molestarse. Por eso, la albina sólo sonríe mostrando un poco sus dientes.
— Qué rara eres. Pensé que no tendrías piedad, pero supongo que es algo bueno...
Sí notaba esas caricias sutiles sobre la zona, pero fingiendo no darse cuenta, siguió mirándola como si nada.
Negó con la cabeza, volviendo a dar una muy breve risa ante palabras que tendrían sentido para cualquier ser vivo.
━ ¿Sabes la cantidad de humanos, de seres que insultan a la muerte? Se ríen, buscan escapar con métodos insignificantes, incluso la desprecian. Si me detuviera a llevarme cada una de esas almas, ¿cuanta vida crees que quedaría en el mundo? Tú, al contrario, solo muestras esa linda y rebelde personalidad tuya con toda libertad. Sería aburrido si te limitaras solo a hacerme sentir bien, en contra de tus pensamientos. ~
Mediante el habla, sus dedos apenas se movieron, fueron pequeñas caricias sobre la cintura, delicada y cuidadosa.
Helena sufrió de un pequeño rubor en las mejillas, teniendo que estrujar un poco la corbata hasta soltarla.
— No lo decía insinuando que te agrade tener mi alma. Lo digo porque soy insolente y en tu lugar, ya habría aplastado a todo ser que me irrespete. ¡Pero no quiero que lo hagas! A veces olvido quién eres y se me escapa decir cosas...
Su atención se fue a los hombros de la mujer, dejando que las manos se entretuvieran allí masajeando esa prenda.
Oh, tan complacida que la tenía solo con la pequeña atención que recibía, aún si ese tacto está tan centrado en las telas, le entretenía la simple idea de tener su mirada. Negó con la cabeza, esa sonrisa no hizo más que perdurar.
━ Es cierto que tienes un alma que me apetecería quedar por toda la eternidad, sin embargo, yo quiero apreciar lo que haces en este mundo, con esa delicada y bella vida que tienes.
Ya tenía los dedos sobre la corbata, delineando a un lado con su uña del índice. Qué bien se le veía, pensaba riéndose al percatarse de que le llamó mentirosa.
Hay una pequeña risa a labios cerrados, y pese a todo, había jalado con suavidad y cierta sutileza, claro, tuvo que alzar poco la mirada si quería apreciar bien ese bonito rostro desde el asiento.
Estaba guiando su diestra a la corbata con total libertad; le gustaba sentir las texturas y esa tela parecía ser sedosa. Se percató del brazo, y arqueó una ceja interrogandola con su expresión.
