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Si bien Diluc era conocido en Mondstadt por no permanecer demasiado en un mismo lugar, no podían negar que era un hombre bastante responsable. Y es que, a pesar de sus viajes constantes, solía pasar ocasionalmente, e inclusive atender a los clientes personalmente en su taberna Obsequio del Ángel. Justamente hoy, era una de esas raras ocasiones. Tenía que conversar con Charles, su empleado de confianza, sobre lo que hacia falta en el local; entre insumos y mantenimiento...
 
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[...] capitán de Caballería en que se había convertido Diluc, o su propia habilidad con la espada o el hecho de que ambos se defendían, con unas y dientes, como si el vínculo que los uniera fuese realmente sanguíneo y no sólo por una palabra. Kaeya suspiró con desidia y desánimo, pues la copa estaba ya casi vacía con ese último sorbo; su atención se centró en el canto de la copa y, para disimular la amargura de sus pensamientos, solo comenzó a reírse por las brillantes bromas que Diluc era capaz de hacer. Demasiado perspicaz, pero sobre todo molesto.

Los viajeros suelen conocer muchas historias y chismes de las ciudades vecinas por donde transitan. Pensé que quizás algo interesante habías escuchado. Después de todo, no soy el único que tiene oídos por toda la ciudad. —Allí dirigió su atención al pelirrojo, en sus labios volvió a mostrarse una sonrisa tan animada como divertida, casi tanto como la que solía mostrar durante [...]
 
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