—Asi que de esto se trataba ¿No? —Se materializó en medio de las sombras que la habitación dónde aquél par jugaba proporcionaba, gracias a la cálida luz de la chimenea y que poco a poco dejó ver a la dama de bermeja melena que enrollaba juguetona y distraídamente un mechón de su cabello.—Jamás me imaginé, Sieg, querido, que fueras tan poco hombre para hablarme con la verdad. Pudiste decirme sin rodeos que jugueteabas con mi querida hermana.—

Soltó un suspiro cargado de fingida decepción al tiempo que descruza las piernas para ponerse de pie y acercarse al fuego, observando las brasas consumirse por este.

—Aunque bueno, no te culpo, es hermosa, sólo un imbécil dejaría pasar semejante oportunidad. Qué mal que ella no se tenga tanto valor como para elegir no recoger lo que yo tiro. —

Tras esto último, soltó una sonora carcajada, bastante divertida por la situación.-