— N-No lo entien... — Dáleth parecía un tanto confundido por las últimas palabras dichas por el pelirrojo. Pero su pregunta fue omitida, al momento en que el canino se acercó a sus labios y los besó sin ningún tipo de pudor, causando que el rubor en las bronceadas mejillas del beluga se enrojecieran al máximo.

Su cuerpo parecía quedar inmóvil por esas muestras de deseo, pero lentamente se dejaba llevar por esto, cerrando sus ojos y correspondiendo con timidez a aquellos besos. Era un inexperto en esa clase de cosas, pero no quería parecerlo delante del apuesto militar, dejándole que mordiera su labio inferior y besándole más, ladeando su rostro a fin de profundizar esa unión de labios.