El rugido como era de esperarse produjo que las criaturas desaparecieran por el miedo, nunca pensaron que un dragón llegase a sus terrenos; Tinick solo espero un poco bajo la sombra antes de avanzar donde se encontraba Caraxes, otra vez se habían reunido.
Bienvenido Caraxes.
Musito a unos cuantos pasos de distancia, cuando el aroma a azufre llego a sus fosas nasales, era una clara señal de donde pudo pasar gran parte de su tiempo, el resto era un completo misterio de por si para ella es un misterio incluso sentir era familiaridad con el, un segundo paso observándolo a más detalle a la luz del sol; si realmente era impresionante su tamaño ¿como le pudo decir pequeño? La pequeña en si era ella, ahora si que pensaba que fue una idea suicida montarlo esa noche pero también fue maravilloso.
-Era una gran mañana cuando Caraxes regresó a ése lugar en las montañas; el mismo donde había pasado la noche después de surcar los cielo con esa muchacha, por alguna razón no se sorprendió cuando la vio bajar del árbol pues algo le decía que estaba por ahí, algo fuerte y seguro como su propio instinto-
—¡GRRROOAAR!
-El prominente rugido del Alfa llegó antes que el aleteo en sus enormes alas, se notaba que había estado ocupado destrozando la lanza que atravesó su ala porque no había rastros de esta por ningún lado, también olía ligeramente a azufre que significaba que había estado cerca de algún gran volcán-
Escucho el rugino predominando en todo la zona, alertándola de que aquel colosal drágon estaba cerca. Como era la constumbre de la joven en las tardes cuando el sol bajaba un poco salia a caminar al bosque llegando a subirse a unos de los arboles mas sercanos para sentarse entre las ramas de las copas del este no obstante por eso comenzaria a bajar con cuidado solo para que supiera que ella estaba en ese lugar, pues pensaba que se llegaba a posarse en el árbol en el cual estaba montada, seria realmente triste.
Al estar ya abajo, levanto su mano haciendo una pequeñas señales luego de una caravana a modo de saludo.
