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—Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo —respondió tras haber masticado y tragado la galleta. Una sonrisa triunfante se mostró en su rostro y después codeó ligeramente el costado de Cass—. Te traeré postres cuando vuelva de la escuela. No te molesteeeees.
—¡Hey, hey! ¡Eso es mío! — por estar pensando en otras cosas, Cassandra no pudo predecir el movimiento de Stephanie. Una mueca infantil se plasmó en su rostro cuando la pelinegra infló una mejilla y apartó lo que quedaba de galleta, lejos de su compañera.

—Era mía…—
—Estás demasiado sonriente con esa última galleta, presumida —sus palabras sonaban rencorosas, pero Stephanie no podía sentirse más feliz al verle el rostro iluminado mientras comía. Sí, era una lastima haberse perdido el último postre hecho por Alfred, pero ella era ya una chica madura. Ser infantil y patalear no iba exactamente con ella—. Que lástima que alguien tenga experiencia en devorar de un bocado —y así, echando a perder toda la resolución anterior, Brown abrió la boca y le dio un rápido y enorme mordisco a la galleta. Sin importarle que aún estuviera en manos de Cass.

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