andaba como pollo sin cabeza si había que meterse en temas de conversación intelectuales. Gañán era el mejor adjetivo para describirlo.

—Ah, arte uh... de ahora.

Quiso decir contemporáneo. No había oído grandes cosas de ello. Era la clásica charla de que "las cosas eran mejor antes". No sabía si estaba de acuerdo o no, dado que no sabía mucho ni tampoco le importaba. Oyó lo que algunos pardillos rumoreaban sobre las obras que se exponían hoy en día; lienzos en blanco, cuadros que parecían garabatos propios de un crío, objetos de lo más mundanos con explicaciones extravagantes... lo que vendría a ser un engañabobos.

Yo no voy a un museo a ver un maldito vaso de agua expuesto. Rememoró. Luego resultó en un espectador que se lo bebió y fue denunciado por el artista. Esa parte era más divertida.

La propuesta, para él, era indiferente. Es decir, si fuese, iría por ella. Ya había paseado un parque a pata por el mero hecho de encontrarla, no iba a empeorar la [...