situación si además la acompañaba a ese lugar. Quizá podría llevarse una grata sorpresa, siempre que no fuera encontrarse con algún colega por el camino para pasar a ser el hazmereír de su círculo social. Como solía ser usual, a menos que se tratase de un marido acompañando a su mujer o algo semejante, hacer esa clase de cosas para un chico de su edad con una chica no le aportaba masculinidad precisamente.

—Sí, claro. Podemos ir. Pero... no sé. De arte y eso. Los artistas son...

No le dijo lo que estuvo por decir. Pero bastantes de ellos - según lo que había escuchado- eran unos amariconados que sabían vender muy bien su producto. Los grafiteros podían ganarse respeto, dado que no tenían esos aires de pavo real como los supuestos artistas de los que él había escuchado hablar. Pero eh, al menos se forraban. De grafiteros famosos solo conocía a Banksy.

andaba como pollo sin cabeza si había que meterse en temas de conversación intelectuales. Gañán era el mejor adjetivo para describirlo.

—Ah, arte uh... de ahora.

Quiso decir contemporáneo. No había oído grandes cosas de ello. Era la clásica charla de que "las cosas eran mejor antes". No sabía si estaba de acuerdo o no, dado que no sabía mucho ni tampoco le importaba. Oyó lo que algunos pardillos rumoreaban sobre las obras que se exponían hoy en día; lienzos en blanco, cuadros que parecían garabatos propios de un crío, objetos de lo más mundanos con explicaciones extravagantes... lo que vendría a ser un engañabobos.

Yo no voy a un museo a ver un maldito vaso de agua expuesto. Rememoró. Luego resultó en un espectador que se lo bebió y fue denunciado por el artista. Esa parte era más divertida.

La propuesta, para él, era indiferente. Es decir, si fuese, iría por ella. Ya había paseado un parque a pata por el mero hecho de encontrarla, no iba a empeorar la [...

servía de Los Simpsons, pero sin pasarse. Resultó ser más fácil que apuntar por algo realista, pero necesitaba más de ella para sentirse a gusto. Aquellas paredes eventualmente quedaron manchadas por tachones y fracasos. A más uno se adentraba, era como sentir la vergüenza de una piel expuesta, de una rabia que se hacía más evidente por cada rayón. Hasta entonces apenas lo había vuelto a intentar dos veces. Era maestría lo que se necesitaba, para tener paciencia.

—Creo que sí. En guía turística, al venir por primera vez. Sí.

No le sonaba más allá del nombre. No era una persona de museos ni que se interesase por su existencia. Eran lugares donde la gente relativamente normal iba a mirar unos cuantos lienzos.
No había visto muchos cuadros en su vida como para que tuviese su interés al momento. Sabía lo básico, incluso un poco menos. Su educación era tan escasa que alarmaba, incluso. Si no fuera por la calculadora de su teléfono o los locutorios para alguna búsqueda rápida, [...]

—El primero cerca. De mi casa, sí.

Si tenía que referirse a los inicios de todo, al primerísimo de todos, probablemente ni se acordaría. Catar como tal lo que sentía al hacerlo no llegó hasta que su viaje desembocó en aquellas tierras que pisaban ahora mismo. Pero sí había tenido oportunidades de tontear con latas de pintura ajenas cuando lo animaban a dejar alguna huella en la París nocturna, como un juego tonto de adolescentes que improvisan su propia máquina del tiempo, o una tontería así.

Tras los sueños frustrados y las inmundas verdades, continuó aquello que había empezado en un callejón a escasos metros de las escaleras que daban a su portal. Su primer Skinhead. El diseño de sus letras tomaban una forma bastante simple, directas de su caligrafía -dolía verla, aunque cuando se ponía artístico podía disimular eso.- Por otro lado, la pequeña caricatura del rapado con el cigarrillo en la boca aún le quedaba por retocar, por ver hasta qué punto se podía perfeccionar. Se [...]

de su cabeza le advirtió de lo que estaba haciendo ¿Y qué tal si él se pensaba que era una intensa? ¿O de daría cuenta que no tiene amigos en si? Era tarde, retuvo el aire unos segundos y no apartó la mirada del celular, tembló, juraba sentir como su cuerpo tiritaba por la vergüenza, así que enseguida resolvió— Pu-Puedo pasarte la dirección y te das una vuelta, sí. —dijo con prisa, presionándose a si misma.

Y una vez resuelto el asunto, desbloqueó el móvil del que pendía un panda con un listón rosado y cuentitas de colores pastel. Abrió el explorador e hizo su búsqueda, mostrándole pronto los resultados en imágenes: Se veían diferentes cortinas de negocios dentro de un complejo comercial, todas estaban pintadas con diseños llamativos, desde animales hasta dibujos temáticos del estado social actual. Había incluso algunos dibujos de figuras políticas y artísticas— Convocaron a diferentes artistas para hacer esas pinturas. Desde muralistas hasta grafiteros ¿No es increíble? Todos los locales y paredes están así. Y hay una zona muy larga dónde exponen murales que cambian cada mes. —estaba ensimismada viendo las fotos, nunca había ido, pero su padre le habló de ello hace un tiempo, prometiendo que algún día irían, cosa complicada por sus horarios— Podríamos... Bueno, podríamos ir un día a verlos, no sé... Si quieres. —una vocesita dentro...

entorno en el que ella misma crecía hoy día. Un ambiente superficial por su madre y hermana mayor, mujeres hechas en el mismo molde: Vanidosas, llenas de conocidos aquí y allá pero sin un amigo real. No podía comparar su vida con la de Sasha, eran como opuestos curiosos.

Pero como buena chica llena de curiosidad, estaba ahí, tanteando un terreno totalmente desconocido.— Me gustaría ver uno de los grafitis que haz hecho, algún día. —dijo como cualquier, cosa, era eso lo que pensó desde hace un momento atrás.

Y ahora que lo recordaba, había un sitio que seguro a él le gustaría— ¡A-Ah! Cierto, acabo de recordar algo ¿Conoces el Centro cultural de St Claire? Está al norte de la ciudad. —sacó el móvil rápido, casi que se le cae el maletín pero lo rescató— Espera... Espera

, su grupo de conocidos se limitaba a chicos del colegio que en su mayoría eran eso, chicos vivían el momento basados en cuantas chicas podían tener, en deportes o en fiestas y ver quién traía mejor celular, ropas y calzado.
Sasha salía del molde que ella había conocido hasta ahora, y de hecho, de no ser por la casualidad, tal vez nunca le habría hablado, vamos, que lo más seguro es que se hubiera asustado si se lo topaba de noche; eso le hizo gracia durante los últimos dos días.
Primero, era peligroso ese exceso de confianza con un desconocido, de ahí ya partía mal. Y segundo, era mayor que ella, eso ni dudarlo.
Pero tal vez era ese detalle el que le hacía sentir afinidad por el chico, no era un torpe de aires vacíos y superficiales como el resto de sus conocidos, o al menos, eso percibió en su breve charla, en las experiencias que le compartió y con las que pudo hacerse una idea vaga de su personalidad, sin caer en conclusiones apresuradas, claro.
Aunado a ello, estaba el...

La idea que se plasmó en su mente fue osada, sí, si bien él decía sólo haber pintado en callejones, aún así le parecía peligroso, algo digno de admirar, siendo ella una persona que se quebraba de vergüenza hasta para pedir permiso al pasar por un sitio concurrido y lleno de gente.
Lo pensó y le miró atenta, había algo maquinándose en su mente, pero de momento, volvió la atención a sus propias letras y el dibujo.

— ¿Crees?... No he hecho muchas, bueno... Que va, son las únicas. —dijo alzando un poco los hombros. Se agachó y estiró para tomar del piso su maletín de piel, echó ahí dentro el móvil en la bolsa frontal y la credencial de la escuela que traía en el bolsillo del suéter azul marino.

— Uhm... Y ¿En qué callejones haz pintado? —el maletín reposo en sus muslos. Estaba interesada en ello, jamás había conocido a nadie que hiciera tales cosas...

No comprendió por qué, solo supo mirar hacia otro lado, por si la incomodaba. Se puso algo nervioso.

—Tú puedes mejor que yo.

Y señaló el cuaderno, con unos toques -algo bruscos- a la página de la niña con el intento de grafiti.