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Css1563493 · 31-35, M
Sirius apartó con una mano la cortina de cuentas que hacía las veces de telón y separaba el escenario de la trastienda. Un breve vistazo le sirvió para confirmar que había más gente de la que creía: no era precisamente lo que esperaba cuando accedió a hacer "un favor" a un antiguo compañero de universidad, quien lo invitó a tocar aquella noche, con la premisa de difundir un poco la cultura - y, claro, hacer crecer su negocio, aprovechando el talento de Sirius sin prometerle más a cambio que bebidas gratis y alguna pequeña compensación simbólica.
—Me las pagarás, Otto. —Más por nerviosismo que rabia, se dijo a sí mismo tal cosa, pues estaba casi seguro que el susodicho no había previsto tal afluencia de clientela. El inicio de su recital estaba previsto para las diez, de modo que, si su reloj de pulsera no mentía, aún quedaban cinco minutos antes de la hora de las brujas. Inhaló profundo, dándose ánimos para salir, y dio un paso afuera, hacia la luz que lo esperaba.
—Me las pagarás, Otto. —Más por nerviosismo que rabia, se dijo a sí mismo tal cosa, pues estaba casi seguro que el susodicho no había previsto tal afluencia de clientela. El inicio de su recital estaba previsto para las diez, de modo que, si su reloj de pulsera no mentía, aún quedaban cinco minutos antes de la hora de las brujas. Inhaló profundo, dándose ánimos para salir, y dio un paso afuera, hacia la luz que lo esperaba.
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