-Le regalo una calida sonrisa mientras se despedía como era debido coloco un pequeño beso en la mejilla del mayor para ahora si irse-Muy bien la esperaré con ansias

— Lo intempestivo de aquel adiós terminó por desconcertarlo nuevamente. Sin embargo, más allá de un sutil alzar de su ceja derecha, sus facciones no acusaron mayor prueba de tal sensación. Casi a regañadientes, tomó el paraguas (innecesario ya, dado que los cielos comenzaban a despejarse), y asintió, previo a sacudir un poco la sombrilla para eliminar el exceso de agua. — Te prometo que, apenas termine, te permitiré escucharla. — Dijo, y sus palabras fueron precedidas por una sonrisa breve, mas cálida. —

-Le regalo una sutil sonrisa conocia aquel sentimiento más por ahora su propia inspiración estaba apagada le habían roto el corazón de nuevo porque si ella se enamoraba rapida y tortuosamente y por ahora solo queria escuchar las composiciones de sus familiares-Vaya conozco ese sentimiento...-La lluvia había sesado por lo que suspiro de alivio pues tenia que irse a trabajar al café donde habitualmente tocaba el saxofón le dejo el paraguas negro-Debo irme espero poder escuchar esa melodía pronto...

— ¿Cómo explicar que los paseos y la solitud le ayudaban a ordenar el caos en su mente? ¿Que, desde aquel concierto, sus creaciones, sus notas, tenían un nombre? Sirius cavilaba sobre aquello, dándose un par de segundos antes de responder; y, cuando por fin lo hizo, empleó el tono de voz más sosegado del que pudo echar mano. — En soledad, es más sencillo pensar en nuevas piezas, imaginar la música. O, más bien, escuchar la música natural del ambiente, y permitir que ésta alimente las ideas en mi interior. — Era una verdad a medias, pues sí tenía una nueva composición en mente: una apenas nebulosa, pero con firme propósito y dedicatoria. —

-Le regalo una ligera sonrisa al escucharlo mientras terminaba de limpiar su rostro apretando el pañuelo botandole el exceso de agua que contenía-No te preocupes estoy acostumbrada a esto de la lluvia... Pero dime... ¿Que hacías aquí afuera además de meditar?

Eh... — Ni siquiera hubo tiempo para protestas; pues, no bien vio que la chica hacía ademán de sacar algo, él ya intentaba apartarse. Sin embargo, pronto hubo de cerrar los ojos, cuando la tela recorrió su faz húmeda, secándole la piel. — Dudo que tal cosa suceda... — Comenzó, antes de que se viera interrumpido nuevamente por el enjugar de su rostro a manos de la joven. — Además, tampoco sería agradable que tú cayeras enferma.

-Siempre llevaba consigo un pañuelo pues era habitual que siempre se encontrará a alguien ahogado en sus propios pensamientos por lo cual sin meditarlo mucho limpio sus rostro bajo el paraguas-Entonces me quedaré aquí no quiero que termines pescando un resfriado o algo peor

— La súbita interrupción de la lluvia le hizo volverse, al tiempo de escuchar la voz femenina invitándolo a volver. Tal y como había dicho (para sí mismo, a pesar de haber sido escuchado), por sus mejillas corrían sendas gotas, sin poder distinguir si era llanto o agua lo que mojaba su piel. Sonrió de medio lado, cortés, antes de asentir. — Vagaba, simplemente paseaba sin rumbo. La lluvia me ha sorprendido fuera... ¿Volver? Preferiría continuar un rato, hay tanto en lo cual meditar.

-Guardaba aquellas palabras del mayor en su corazón y se acercó de manera sutil y delicada casi como en una danza junto a la lluvia llevaba un enorme paraguas negro cubriendose ella y para cubrirlo a el- ¿Que haces aquí solo? Te enfermas, deberíamos ir a casa ahora