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Lᴀ Oᴅɪsᴇᴀ — 𝐶𝑎𝑙𝑖𝑝𝑠𝑜.

{ Agradecimiento a Romulus por la fotito, te adoro.}
 
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Cso1573019 · 22-25, F
valientes, lograrían ascender al Olimpo mismo. Las generaciones pasaron. Recorrieron tierras, pero ninguno tuvo el honor suficiente para ser reconocido. Hasta que una de ellos, la reencarnación misma de la mujer, nació en el seno de lo que pronto sería Roma. Y su madre, Némesis, reconociendo los ojos de océano que la antigua diosa Calipso hubo tenido, la nombró con su homónimo, haciéndola emisaria misma de los dioses.

Así que, oh, Calipso, tú segunda oportunidad ha llegado.
Cso1573019 · 22-25, F
Oh, Calipso, desgraciada has sido:
Condenada a la soledad en la isla Ogigia.
Muerta de decepción de amor.
Tus hijos te olvidaron, buscando sus propios caminos.
Los dioses te castigaron por ser hija de tu padre.
Ni diosa, ni humana, ni semidiosa.
Ninfa deshecha en lágrimas por querer amor.
Oh, Calipso, pobre de ti, que lloraste el mismo mar que a tu amante mató.


Calipso fue hija de océanide y titán. Condenada tras la derrota de la titanomaquía y el ascenso de los olímpicos a vivir en una isla sin contacto alguno. Ansiosa por recibir a los viajeros perdidos y llenarles de atención. Siempre enamoradiza y olvidada, con la misma facilidad. Aún con ello, con la decepción, no guardó rencor. Y cuando por fin murió, víctima de la depresión al perder su amor, los dioses le concedieron la redención. Sus descendientes, los hijos de sus dos hijos, podrían vivir vidas normales con la sangre de titán corriendo por su cuerpo, y si eran lo suficientemente [°°°]
Cso1573019 · 22-25, F
"Hermes se encontró con Calipso, la diosa de las trenzas doradas, que lo agasajó con toda clase de manjares exquisitos. Después de disfrutar de un regio festín, Hermes le transmitió a Calipso el deseo de los dioses: Que le permitiera a Ulises regresar a su patria.

Calipso pensó que el pedido era injusto y le respondió: —¿Ahora se acuerdan los dioses de Ulises? ¿Acaso ellos no permitieron que sufriera toda clase de penurias?, Además yo no poseo nave alguna. ¿Cómo puedo mandarlo de regreso?

Pero Hermes, respondió con firmeza: —Si no envías a Ulises de regreso a Itaca, los dioses te castigaran duramente. —y voló nuevamente sobre los campos de regreso al Olimpo.

Calipso, rápidamente, buscó a Ulises, que como todos los días se hallaba llorando en la playa con los ojos puestos en el horizonte y le dijo: —No llores más, Ulises. Voy a permitirte regresar a tu patria."

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