Permitía que le tocara, como única digna que podía hacerlo, aún pese a los años de las cicatrices parecían estar tan intactas como en el tiempo que se las hicieron, todas y cada una de ellas más profunda, por suerte la deformación de su espalda nunca fue vista por ella. — Pagarán una vez usemos nuestra forma astral, así podré devorarme sus almas… Pero, todo eso a traído algo bueno consigo..pude encontrarte, a ti sobre todos. — Espetó suavizando el tono de su voz, ladeando su rostro hacia la izquierda por encima de su hombro para poder apreciar la belleza inmaculada de su gemela. Sonrió en afirmación a su cuestión. — Claro que puedes, siempre podrás devastadora mía. —
Se acercó hasta él, lo suficiente para poder tocar la piel canela, marcada por esos surcos de tonos y formas desiguales, las yemas de sus dedos brindaron un suave caricia mientras su mirada ardía -No es suficiente... Incluso si pagaron con sus vidas espero que sus espíritus estén retorciéndose de angustia...- Musitó molesta, el saber que habían herido su gemelo espiritual y que ella no estuvo ahí para socorrerlo le hizo rabiar, pronto se abrazó al cuerpo ajeno, estrechando su torso, apegándose bien a él -¿Quieres que te cepille el cabello?-
— Se había tomado la libertad de quedarse sólo con sus pantalones mientras se desbarata el peinado. Sintió la vibrante compañía de su gemela, su otra mitad. — Los látigos de desalmados mientras vivía en el desierto, no te asustes, todos ellos pagaron como es debido…. Pequeña mía. — Le sonrió permitiéndole que se acercara e hiciera tanto como le apeteciera —.
