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-Ya no sabia que tan lejos estaba, tampoco le importaba mucho. Seguiría corriendo hasta que sus piernas colapsarán y el cansancio la dejara inconsciente. Era lo que mas deseaba la muchacha, su uniforme estaba sucio de tierra y hojas de las veces que había caído antes, rasguños en los brazos y piernas gracias a los arboles y piedras que se cruzaron en su camino. Sus manos tenían sangre, la sangre de uno de sus compañeros de clases.

Podía sentir aun la mirada de horror de sus compañeros, escuchar los gritos... Ver la sangre del brabucón en su mano luego de haberle cacheteado, o mejor dicho...
 
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[center]Los minutos transcurrían con cada vez más ansias. Habrían pasado horas suficientes para que los cielos se oscurecieran, iluminados únicamente en aquellos bosques por el fulgor plateado de la madre luna, destellando entre toda umbra. El paso del cronos para el Cainita, se habría echo eternidad vivida en aquellas horas en las que la bestia en su interior, azotaba la jaula de su interior con cierta inquietud, sin embargo, aquel estado de meditación forjaba de fortaleza aquellos fierros imaginarios de la misma para soportar el advenimiento del frenesí en sí mismo.

Momento propicio es en los que siente la compañía de sus hermanos de estirpe en las afueras de la caverna. Avanzó con la gallardía característica del Conde hacia las afueras, con mayor seguridad ante la compañía de aquellos 4 Vástagos. Su Coterie (grupo) de misión.


[c=#660000][b][i]— ... Gutten natch, Coterie... Espero que vuestra ansia este acorde a la circunstancia... Agradezco vuestra colaboración
 
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