Elevó una ceja con una evidente incomodidad que no pudo disimular. ¿Quién se tomaría la molestia de venir hacia él para darle una respuesta tan vaga? Unos segundos de incertidumbre acompañaron un largo suspiro de resignación, si quería obtener alguna respuesta tendría que seguir a la mujer antes de que se perdiera de vista. Contaba con tiempo de sobra, de todas formas faltaban unas pocas horas para su siguiente siesta.
—Sí, comer... Pero es una conversación que no comprenderás.
Dijo sonriendo la diosa al mirar la configuración en el Arranca mientras con cierta arrogancia se aleja moviendo las caderas y acomodando su larga y rubia cabellera.
