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Volviendo a revelar el grisaseo de sus intimidantes y punzantes pupilas, levantando su servid al unisono, reservó las expresiones -que eran tan escasas y casi nulas en el Cainita- de su fas, evitando demostraciones en un sector tan en desventaja, pese a que las horas nocturnas y la oscuridad que envolvía y teñía de tonos azulados, morados, grises y negros el follaje de todo aquel puro paraje. Únicamente, se limitó a reverenciar la propuesta de su interlocutora.

— ... No podría tener quietud, por cuanto estos no son vuestros dominios, pese a que estamos en territorio conocido por usted... Será un honor y placer acompañarle y colaborar en que usted necesite.. —
Por cuanto sus intentos de persuadir a la calma a la mujer le fueron infructuosos, soltó los hombros de la misma, liberándose también del enorme esfuerzo que le significaba tener contacto físico con alguien más, observando el rostro níveo y delicado de aquella.

— ... Le recomiendo no desenfundar armamento en este punto limítrofe, Meine Dame... De igual manera, dicha entidad que dio a mostrar la bestia en mis ojos, ya ha abandonado el lugar... Mis disculpas por lo anterior... —

Pronunció la anterior apología, dando pasos en retroceso y bajando su servid, junto con el cerrar de sus orbes.
Procurando cautela en la situación, como también el cuidado tanto anímico como integro de su acompañante, tomó acción por aquella, tomando los hombros ajenos en ambas palmas -frías, propias de un cadáver andante y ásperas por el manejo del arte mercenario y de la guerra al que se dedicaba- para conducir la posición de la bella mujer acompañante a una contraria, donde no tuviera oportunidad de visualizar lo que su mirada había reflectado antes.

— ... Descuide... Será mejor que nos adentremos en el bosque... Es zona más segura para vuestra merced... —

Animaba ahora mediante leves impulsos con las mismas manos a un avance en conjunto a aquella Elfa.
Yacía reflectado en sus orbes envueltas del pigmento carmesí -transformadas por el despertar de la bestia que presentaban los Vástagos- la imagen de cierto enemigo. Sin embargo, en un abrir y cerrar de los mismos volvieron a cambiar de tono al grisaseo intenso que tenían naturalmente aquella cortante y afilada mirada, la que era dirigida a dicha Elfa amiga.

— ... Meine Akateh... Ha regresado... Pensé que tomaría mayor tiempo vuestro retiro... —

Algo de sorpresa se apreciaba tanto en su inexpresa faz, como en la grave afinación de su tono vocal.

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