─ En realidad eso ni te molesta. ─

— Eso es peor que darte la contraseña de mi celular. —

─ No es mi culpa que se aceleren tanto, pero también puedo decirte como cambia tu patrón de respiración, incluso tu aroma.─

— Deja de escucharme los latidos, me imagino otras cosas. —

─ Estoy seguro que esos latidos cuando me viste estaban a nada de hacerte olvidar que no era fin de semana. ─

— El fin de semana, no comas ansias. —

─ Como sea, ¿vienes a silenciarme o prefieres jugar a ser la niña buena y volver a casa? ─

— Pffu. Que bonito me entiendes. —

─ Tu única manera de silenciarme es mantener mi boca ocupada, que es un buen plan para esta noche. ─

— Ni tú lo sabes. Si lo supieras te tendría que silenciar —