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MBa1572329 · F
La manera en la que ella habló impidió que sus labios se abrieran lo suficiente como para mostrar sus colmillos, pero lo que sí fue notorio e inusual fue su mirada escarlata. Esperaba que ellos creyeran que era una especie de mal o que comenzaran a correr para cazarlos. Cuánto deseaba drenar hasta la última gota de sangre del extraño visitante.
MBa1572329 · F
Entró sin miramientos al único establecimiento que mantenía las luces encendidas, quería preguntar dónde estaban todos y por qué parecían ratas escondidas en sus agujeros, pero se detuvo en cuanto vio la espalda de un hombre cuyo aroma le era desconocido. ¿Un viajero o tal vez un antiguo poblador de regreso? La curiosidad la llevó a sentarse a un lado de él para poder así pedir un trago – que, por supuesto, jamás se bebería. -, quién diría qe2juzto ahí descubriría su tipo de sangre favorito.
— Caballeros. ¿Sabe alguno por qué este sitio parece un pueblo fantasma?
— Caballeros. ¿Sabe alguno por qué este sitio parece un pueblo fantasma?
MBa1572329 · F
Las personas que conformaban el pueblo al que se dirigió eran propiedad de las Băutor pero, como un experimento secreto, ellos no conocían su destino y su gobernante había sido bien sobornado como para callarse toda una eternidad. De vez en cuando los sirvientes de las reinas bajaban para asesinar a uno o dos pobladores y transportar su sangre hasta el castillo; en esa ocasión Mercy pensaba hacer el trabajo sucio y volver con las manos llenas de néctar de vida. Tal vez eso calmaría los sumos en casa.
MBa1572329 · F
Pocas eran las veces que Mercy se desentendía de los asuntos de su reino para descender por la ladera rumbo a territorio humano; podría decirse que tal exposición era culpa de su hermana Luna y de sus arranques de cólera ante cosas nimias. Mer entendía que la mayor había sufrido, peleado y sabía más de guerras de lo que la pelirroja podría saber jamás, pero no era la única con secuelas por violencia. Desde su infancia como humana y hasta los tiempos actuales, a la diplomática le costaba no saltar y ponerse a la defensiva ante el más mínimo ruido. Justo por eso es que había elegido la diplomacia como su fuerte, detestaba la violencia innecesaria.
ColeABlake · 31-35, M
pasó, lo único que sabemos es que esos hombres aparecierón muertos, desde entonces, el pueblo vive con miedo de que aquello que los mató venga por nosotros. —
Si bien la historía era entretenida para la noche, a Cole le parecían meros cuentos que algún ebrió debío contarle, en todos sus viajes por el mundo jamás se habíá topado con algo similar a un vampiro como en las novelas.
Si bien la historía era entretenida para la noche, a Cole le parecían meros cuentos que algún ebrió debío contarle, en todos sus viajes por el mundo jamás se habíá topado con algo similar a un vampiro como en las novelas.
ColeABlake · 31-35, M
Por asuntos de negocios, se encontraba en uno de esos pequeños pueblos que parecían sacados de una novela del siglo XVIII, su transporte programado estaba torado por derrumbe en la carretera, por fortuna tenía suficiente dinero para quedarse en una fonda a esperar que pudieran pasar por él.
Después de hacer su reservación y dejar sus cosas en la habitación, bajó a explorar un poco el pueblo: un lúgubre poblado donde la mayoría de casas ya tenían la luz apagada, el único lugar abierto a pesar de ser temprano por la noche era el bar de la ciudad.
Entró ahí a tomar una copa que pronto se volvería en una segunda y otra tercera, el tabernero era un hombre amable que hacía buena compañía, se notaba que hacía tiempo había dejado de tener clientes y el único ademas de Cole era su gato, el cual acariciaba mientrás el hombre le contaba los rumores.
— Todo pasó muy rápido. — decía mientrás lavaba unos tarros de cerveza y Cole terminaba su tercer wiskey — Nadie supo con certeza como es qu
Después de hacer su reservación y dejar sus cosas en la habitación, bajó a explorar un poco el pueblo: un lúgubre poblado donde la mayoría de casas ya tenían la luz apagada, el único lugar abierto a pesar de ser temprano por la noche era el bar de la ciudad.
Entró ahí a tomar una copa que pronto se volvería en una segunda y otra tercera, el tabernero era un hombre amable que hacía buena compañía, se notaba que hacía tiempo había dejado de tener clientes y el único ademas de Cole era su gato, el cual acariciaba mientrás el hombre le contaba los rumores.
— Todo pasó muy rápido. — decía mientrás lavaba unos tarros de cerveza y Cole terminaba su tercer wiskey — Nadie supo con certeza como es qu
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