Mientras el divagaba, ella se quedó mirándolo sin darse cuenta que quizá era muy obvia. Mentalmente siguió el patrón desde su frente hasta sus ojos, de ese azul que le parecía precioso, seguido de su nariz y el rubor en ambas mejillas que le incitaba a dar una caricia, una que por supuesto solo dejó en su imaginación y finalizó en su boca al tiempo justo para oírlo hablar. — Bueno entonces... Ya tenemos otra cita. —
Asintió con su cabeza ante lo comentado. ¿Podría verla con más vestidos? ¿Un rojo deslumbrante? Si, su cuerpo comenzó a mostrar signos de sonrojo, puesto comenzó a imaginarla en multiples vestuarios, algunos más "intensos" que otros.
— S-Sí, por favor. — Dijo cuando despertó del letargo de su mente, se véia confuso.
¿De qué mundo era Cloud como para decir esas cosas tan bonitas como si nada? No sabía, pero de nuevo, su rostro adquirió un intenso color rojo que la obligó a cubrirse con una de sus manos tratando de que no la viera.
Ella no tenía ese don poético para expresarse, tuvo que esperar a tranquilizarse para poder hablar. Y cuando por fin sucedió, inhaló y exhalo hasta poder verlo a los ojos. Aunque mantenía un poco de esa expresión de bochorno.
— Te enseñaré como me lucen todos los colores... Así sabré cuál te gusta más. —
— Me gusta el vestido, pero más el cómo se realza en tu silueta. —Aseveró con confianza. Así era Cloud, siempre directo al grano con lo que sentía o bien, no decía nada, pero nunca mentía.
— Te queda bien el negro. ¿Sabes? Tu piel nívea se figura como estrella entre el manto oscuro de tu vestido.
Su ceja se levantó por ese halago a si mismo, es decir, ella también los hacía constantemente pero jamás pensó que se viene de esa manera (?), contuvo una carcajada al apretar sus labios unos con otros, aunque claro, no lo desmintió en absoluto, la belleza que Cloud tenía, sin importar cuántas veces la viera, seguía pareciendole surrealista.
Se quedó pensando en ello unos segundos, solo reaccionando cuando sintió la caricia, ah... Sus adulaciones provocaban que su estómago se llenará de un mariposeo raro.— ¿Te gusta el vestido? ¿O te gusta cómo se me ve a mi? —
— P-Perdón... De nuevo pensaba en voz alta. — Admitió. Ya que se refería propiamente que poco a poco caía sin remedio ante su encanto.
— ¿Sí? Me agrada saberlo. — Mencionó y se miró al espejo con cierta vanidad. — Sí, me veo bien. — Dicho esto se aproximó a ella y le ofreció una suave caricia. — Gracias. Tú también te ves bien con ese vestido.
Le dió los últimos toques a la corbata, planchandola brevemente con sus manos para que luciera un poco más. El rubor seguía ahí, delatando lo fácil que es para el rubio hacerla sentir nerviosa.
— ¿El qué? —
Concluyó solo asegurándose que el saco estaba bien puesto, y le devolvió su espacio personal a regañadientes.
Desde que la conoció ya le parecía atractiva pero en ciuanto más pasó tiempo con ella: se dio cuenta de que era mucho más de lo que su belleza física detonaba. No obstante, la manera en que ahora la vivía lograba que diera mayor atención a su cuerpo , a sus ojos y al bello negro azabache de su cabellera. Sí, otra vez su mente se perdía sin darse cuenta.
Ese chiste había sido creado para ponerlo nervioso a él entonces ¿cómo es que ahora eran sus mejillas las que ardían por la vergüenza de oírlo? Titubeosa trato de mantener su sonrisa pero está lentamente la fue traicionando casi obligando a que escondiera su rostro de la mirada ajena. — B-Bueno el esfuerzo que he invertido en mi cuerpo debía servir para algo. Especialmente si es gustarte aunque sea un poco. —
—Gracias —Contestó apenas notó lo de la corbata. —'¿Lo crees? —Esto último lo dijo más que nada porque, deseaba acostumbrarse mejor al mundo de Alessandra. Si quería pasar más tiempo con ella, tendría que ir acoplando sus costumbres y entendiendo la forma en que funcionaba su mundo.
—Tú... también te ves muy bien con todo lo que llevas puesto. Incluso la toalla.
