—Los he visto, al menos una imagen alejada de los mismos, no podria llamarme un experto en la materia pero, me he dado cuenta que al final, son los mortales los que dibujan sus propias historias, mas alla de la bendicion de las deidades.

Aunque seria interesante conocer mas de su punto de vista

¿Yo? Si no estoy mal, rozo los veinticinco, a veces olvido contar mi propia edad con el tiempo transcurrido.

¿Por qué es así? Ah, me recuerdas a mí cuando era más joven y rebelde. Ahora sin embargo, puse mi esperanza y mi fe en ellos, porque nos dotaron de increíble convicción. Al menos, eso es lo que creo.

¿Qué edad tienes, Soujiro?

—Creo… pero no con una de abandonadora sobre ellos, se que existen, y conozco muchas de sus naturalezas, pero, mis ojos no los ven con la propiedad que otros inculcan sobre ellos.

Sobre eso también… tal vez no está muy lejos de la verdad, me es sorpresiva pues ha acertado bastante. ¿No es parte del vivir de quien posee una espada? Cargar con dichas y dolor, con una mirada puesta en una misión

Quizás así sea ¿Cree en los dioses, Soujiro? Déjeme decirle algo, y es que en sus ojos veo esperanza, pero también mucho dolor. Corrija si no es así, pero siempre fui intuitiva. Puedo ver que carga con un gran peso, y con una misión muy especial.

—Nacidos bajo manos que les dieron el poder de la elección, raro no es que parte de su naturaleza tenga por necesidad el dejarse llevar por los vientos. Sería un placer, así también permitirme conocer su tierra de origen—

Notorio interés, quizás formaba parte de lo que fueron sus palabras anteriores, prefiere descubrirlo, dada la juventud la curiosidad es natural en su persona. Es así que, emprende su camino empezando a seguirle

Suenas ya como alguien de mi tierra, y tiene razón. La libertad es donde han nacido los humanos ¿No cree eso? Quizás un día pueda llevarme a su tierra, Soujiro. *Reveló la pelirroja, con una sonrisa impuesta, aunque cargada de astucia típica. Ella comenzó su pequeña caminata, movida con estupendo orgullo en su vestido de tela verde*

—No suena mal de hecho; mi andar es donde el viento me lleve, si su dirección da una invitación a un nuevo lugar, no soy nadie para negarme

Por otro lado, mi hogar, o al menos el que alguna vez lo fue, es Edén, un continente dígamos, mas alejado hacia el norte

¿Y en donde naciste, Soujiro? Parecemos de tierras muy alejadas. Yo soy del sur, de los brezales. Deberías un día venir, lugar dónde nacen guerreros libres. Serás mi invitado, y con suerte, me enseñarás lo que trae el destino.

-No tengo un preciso conocimiento sobre usted para llamarla madre, los titulos de la misma forma se vuelven un impropio para la cordialidad, por lo cual, elijo su nombre, Cináeda, despues de todo, ni siquiera los sobrenombres mas lujosos pueden reemplazar aquellos con los que nacimos.

Cináeda, pero me llaman Madre. Reina, otros. Algunos simplemente me conocen como la Bruja. Tantos nombres para una sola persona, haciendo difícil elegir cual de los tres usar, así que esa tarea es del opuesto.