-El sonido de sus pasos se dispersaron lentamente con forme Azaneth se acercaba trayendo consigo la tabla medica de la paciente a quien visitaba. Al entrar en la habitación sonrió cálidamente al ver a la joven con el bocado de comida en la boca y conversando sin problemas. - Buenas noches Chise, soy la doctora Azaneth, ¿Cómo te sientes? - Diría acercándose volcando suavemente sus dedos sobre la frente de la niña, con la sola intención de revisar su estado.- Nier ¿Podrías por favor...? - Susurró con solemne calidez sacando de uno de los bolsillos de su bata un par de jeringas tapadas para entregárselas con significativa discreción a su auxiliar pues no deseaba asustar a la joven.-
—Gracias a Dios —dijo con gran alivio dando un suspiro, mas aquellas palabras salieron solas de su boca—. Yo preferiría que nadie ingresara a visitarme. ¿Cuánto tiempo estaré aquí?
Aquellas palabras de él resonaron en su cabeza puesto que siempre se consideró alguien débil pero aquello la hizo creer por unos momentos, en sus capacidades.
—Y-yo lo... tomaré en cuenta —dijo sorprendida luego de que sus mejillas fuesen limpiadas—. Gracias y perdón las molestias que puedo ocasionarle.
Les será difícil ingresar al establecimiento, ya que estáis en la zona de cuidados intensivos, pero tu mejoría ha sido muy rápida, parece que a pesar de tener un cuerpo frágil, interiormente es muy resistente. –Y tomando una pequeña servilleta, acercó su diestra hacia sus labios para limpiar los restos de comida que se dispersaban alrededor de su boca.- Comed despacio, la comida es para que esté dentro de ti, no en tu carita. –Y simplemente sonrió.-
No tardó en atacar el tazón de avena y comer casi de forma desesperada. —Sabe delicioso —comentó con la boca llena, levantando su mirada hacia el hombre—. Tengo una duda. ¿Aquí puede ingresar cualquier persona a visitarme?
Su mirada inmediatamente se apagó y volvió a comer del tazón de avena, limpiándose el rastro de comida que había quedado en sus mejillas con el antebrazo. —Muchas gracias por su atención a mi persona.
-Cerró las cortinas y se adaptó a la joven paciente, mientras le acomodaba la charola para que esta pudiera cenar.- Puedes mover tus manos según el informe médico, el galeno pronto estará aquí para vuestro chequeo nocturno, estarás muy bien. -Se hizo a un lado mientras te observaba bajo un semblante calmado pero atento, como si buscara que su presencia a tu lado no significara preocupación alguna.-
—Es fácil de reconocer cuando tengo un catéter conectado a la vena con suero —bufó observando su brazo derecho con un cardenal decorando el entorno de la aguja. Inmediatamente su mirada cambió y un brillo se apoderó del azul de sus ojos— ¿Comida? ¡Al fin!
Al menos sabéis reconocer el lugar –Se acercó manteniendo un semblante inexpresivo pero clamado mientras anotaba alguno que otro diagnostico en su libreta.- Es hora de la cena. –Ya su atrás vendría con alguna charola especial, algo de avena y una bebida caliente.- Acomodaos por favor.
