Adoraba acostarse sobre el jardín de su casa, estar en contacto con las flores siempre hacía que todo lo malo del día desapareciera.
—Shhh… —hizo un gesto con su mano en señal de silencio al pequeño gato que la observara. Sabía que si la descubrían merodeando fuera de su habitación, sería castigada, una vez más.