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— Todo estaba en manos de la suerte, del destino o de cualquier otra cosa que no eran ellos mismos. Para variar la garra se levanta trayendo consigo desde la pata aquel oso felpudo y hasta parecía que en verdad lo había logrado con una moneda, el brillo en los ojos contrarios dicta la victoria del momento pero han cantado antes de tiempo. Sin esperarlo, un golpe a la máquina sabotea el botín; un grupo de adolescentes empujándose unos a los otros arruina por completo la victoria y el amigo peludo cae dejando la garra vacía.
Por supuesto que se disculpan con la femenina o quizás el temor de ser reprendidos por ese hombre. Suspira resignado y rasca detrás de su nuca.— No tienes que disculparte ni decir nada.
— Que cruel había sido el destino. Volvió a tomar otro par de monedas entre sus dedos irían por el segundo o tercer intento los necesarios para conseguir el objeto.— De nuevo, casi lo tienes en las manos.
Por supuesto que se disculpan con la femenina o quizás el temor de ser reprendidos por ese hombre. Suspira resignado y rasca detrás de su nuca.— No tienes que disculparte ni decir nada.
— Que cruel había sido el destino. Volvió a tomar otro par de monedas entre sus dedos irían por el segundo o tercer intento los necesarios para conseguir el objeto.— De nuevo, casi lo tienes en las manos.
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