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Aceptó su propuesta, aunque hacerlo implicara contradecir una infinidad de buenas costumbres que a lo largo de su vida adquirió; creyó Cecilio que no valió la pena pensar en ella en un sitio tan alejado del mundo, pues a nadie perteneció, excepto a ellos.

—Simplemente deseo halagarle —respondió con ese típico tono que paseó entre una tonalidad dulce y afable, lo hizo luego de sentarse—, anhelo conmoverle con esta obra y que al verla no pueda evitar arribar a este lugar, aunque se encuentre del otro lado del mundo.

Flexionó con cuidado las rodillas, sus manos encontraron también comodidad en esa posición, inverosímil en quién lo conoce de verdad. Tras su sonrisa ocultó la ausencia de sentir el verde bajo sus ancas, la vegetación siempre la concibió como parte de un jardín, como materiales o un elemento que merecía se retratado. No sintió arrepentimiento, menos rencor, porque sentarse así a lo sumo condimentó esa conversación, misma que moriría con el viento y entre recuerdos.
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[code]— No necesitas hacer esa cara, entiendo lo íntimas que algunas actividades puedan ser. Tampoco me agrada que se me moleste cuando de mis prácticas se trata, aunque bien podría hacerlo de la misma manera teniendo a convirtió también en una manera de liberar mis emociones, algo tan personal como el diario de una niña. Es un poco penoso de confesar. —[/code] Agregó moviendo sus pies sobre el césped recorriéndose un espacio para sostener su falda con ambas manos y agacharse hasta tomar asiento en el suelo como hace un rato había pretendido pero no hizo.

[code]— Sería un halago para mí verla antes que nadie, aunque de nueva cuenta, si no desea compartirlo en realidad no va a pesarme demasiado. Hizo ya suficiente con mostrarme la belleza fuera de un simple lienzo. —[/code] Palpó el espacio libre a su costado, era el inicio de una agradable charla a su parecer. No lo había engañado cuando confesó la primera vez que su personalidad realmente mantenía intrigada a la mujer.
— Me es difícil concentrarme con alguien a mi lado, incluso de tener una pareja no le permitiría ser partícipe de ese momento —pero para no enterrar la intención, rápidamente improvisó una compensación—, lo que si puedo permitir es que seas la primera persona en observar el cuadro, ¿qué me dices a eso? —hasta con confianza es que le habló.
No es que pudiese sentir culpa; según su perspectiva, el mundo estaba allí para ser admirado, en un principio, pero también para ser utilizado como los hijos del hombre pretendieran. Probablemente, aquellas flores tan especiales tendrían propiedades medicinales o incluso gastronómicas, no lo sabía, pero así como el paisaje estaba a disposición de sus ojos para ser retratado, todo lo perteneciente a este sería, tarde o temprano, objeto de una voluntad más o menos gentil. Esta opinión no la presentó, en cambio mintió con el mismo tono de voz— También es algo que me conforta —luego atrajo al silencio, hasta que el interés ajeno se manifestó a través de un deseo que podría, fácilmente, ser el paso que pudiese cultivar una amistad entre ambos, compartir ese momento de creación, tan íntimo, no era cualquiera cosa y justamente por ello él tuvo que negarse—. Tendrás que ver la obra acabada —mortificó su expresión, como si sintiera pena de no contar con su compañía [...]
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Entrecerró su mirar concentrándose en la respuesta que pausadamente el varón a su costado sin responder en un primer intento. En verdad no había mucho que decir, de cierta forma lo que recitaba le hacía sentir una extraña pena que se reflejaría en el taciturno hablar de la arquera cuando se diese la oportunidad.

[code]— Una triste realidad, aunque... De cierta forma, me reconforta que sea el rigor del clima quien desnude la belleza de las flores y no manos como las de nosotros que sólo sirven para deformarlas a su antojo. —[/code] Relajó los hombros mientras se balanceaba juguetonamente de adelante hacia atrás deteniéndose cuando por fin ladeó el rostro para encontrarse con la mirada que momentos atrás se perdía en el horizonte.
[code]— Reitero, me encantaría ver la pintura apenas sea terminada. O quién sabe, quizá venga a ver su proceso si no le estorbo o desconcentro. [/code]
Tuvo razón en su primer comentario, pero prefirió no decir absolutamente nada respecto. Como egocéntrico podría quedar si él admitía que rara vez pensaba en en los demás, su emoción radica en el encuentro, en tiempo presente, pero cuando se halla en soledad son sus estudios aplicados al arte lo que acapara todo en su vida, esa ha de ser la condena un verdadero artista.
Una vez a su lado, ese sentimiento de embelesamiento fue trasmitir con éxito, bastó con una sutil mirada hacia sus iris, verlas cargadas de vida, como si el alma colorida se asomara a través de esos frágiles cristales, ¿Cómo no hacerlo cuando parece la esencia de la creación descender sobre ellos? —. Desde hace unas semanas, siempre que tengo tiempo lo hago —respondió con un tono suave, cuidado—. Las flores se visten de blanco, para luego perder su color ante el viento; lejos de este sitio simplemente mueren.
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[code]— En realidad no lo imaginaba visitando algún lugar en específico, es fácil dejar las cosas a la imaginación en lugar de probar ver la realidad. —[/code] Comentó con sus manos entrelazándose tras su espalda descansando en el moño que decoraba el cierre trasero de su falda. Jugaba con los listones de esta a la par en que, por el gesto breve que captó en un parpadeo de parte ajena, apresuró el paso hasta quedar a su costado.

[code]— Eso sería agradable de ver. —[/code] Musitó a media sonrisa, sus zafiros estaban completamente hipnotizados no sólo por el increíble escenario que a estos cautivaban si no también por el agradable clima que arrullaría e incitaría a perderse a cualquiera.
[code]—No se tiene el privilegio de contemplar lugares como este muy a menudo. ¿Suele frecuentar este campo?[/code]
Una risa escapó de sus labios, a pesar de que su decisión hubiese resultado terrible para cualquier persona sensata, a él no le resultó excesivamente desagradable, es más, incluso gran curiosidad generó. Se mantuvo quieto, ahí donde se paró no había vegetación que su calzado pudiese lastimar, sin contar ese inmutable césped— ¿Tenías la esperanza de hallar un lugar así al seguirme? De ser así, lo tomaré como un halago —tras expresarse pretendió volver a voltearse, aunque antes la invitó a la rubia con un pequeño ademán con su cabeza, quería que observara a su lado, que pudiese percibir el mismo paisaje que divisan sus celestes ojos—. La vista es encantadora, pretendo inmortalizarla en un cuadro, en el preciso instante que las flores se desnudan.
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No elevó la mirada antes por la distracción de los pétalos acumulados que sostenía entre su pulgar e índice, sólo hasta que aflojó la presión que dio libertad a estos dejándoles bailar a gracia del viento paseándose curiosamente a un costado de los cabellos de la figura varonil que ahora se enfocaba en ella. Permaneció en silecio hasta que la interrogante llegó a sus oídos, ahí tomó fuerzas para de nuevo retomar su postura reacomodando su falda arrugada por la brisa.

[code]— La segunda, aunque no pretendía incomodar a pesar de que he quedado como una especie de acosadora ahora. —[/code] Avanzó sólo un poco, teniendo cuidado con las plantas incluso aunque algunas simplemente eran tallos danzando al son de las ráfagas de viento que golpeaban dicho lugar.

[code]— Jamás había venido aquí, pero es agradable la vista que se tiene.[/code]
Decir que su súbita aparición fue motivo de un susto sería mentir con descaro, sin embargo, su presencia robó una sonrisa amplia en sus labios, aún estando de espaldas a ella; pretendió que fuese un gesto íntimo antes de recuperar la gentileza en sus facciones. En el silencio de su último interrogante él descendió su extremidad, solo un talló quedó entre sus dedos, mismo que soltó cuando la brisa enfureció y lo invitó a voltearse en medio de una danza entre sus hebras y aquellas prendas que solía utilizar cuando se encontraba lejos de su "hogar", aun con la diestra tras su espalda él procuró inundar sus pupilas con esa imagen tan inocente que representó ella—. En lo más mínimo, aunque admito que no la esperaba reencontrar aquí —eso era una verdad, siquiera su asistente allí se presentó, impuso su soledad, pero una grata sorpresa lo podía invitar a abandonar tal deseo— ¿Acaso conocía este sitio o se las ingenió para seguirme? —interrogó gentil, pero con suspicacia.

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