— Admito, me ha robado un susto, temí que mi previa verificación fuese errónea, aunque por algún motivo no pude detectarla a usted, por más que mis métodos fuesen efectivos —dejó escapar un suspiro, genuinamente sonrió con calma. Claro, el hecho de no haber detectado a Assassin no era tranquilizador, pero eso se debió a que ignoró una de sus habilidades de clase, tratar con familiares de tan alta categoría nunca fue una prioridad para él. Permitió que tomase el recipiente, cuando lo hizo él mantuvo cierta distancia con ella, aunque no ignoró el desanimo en su rostro; procuró mostrarse lo más amable posible al momento de preguntar— ¿Me permite preguntar el motivo de su decaimiento?

—No, no los hay, estoy sola. — la máscara se removió de su rostro otra vez, dejando ver su expresión nerviosa y dubitativa. — Usualmente solamente es un explorador. Si existe algún problema o enemigo, entonces se prepara una exploración en grupo. Sin embargo...no veo ningún problema en esta zona....— un tanto desanimada se volvió a acercar, tomando el recipiente entre sus manos para calentarse. — disculpe mi intromisión magus...—

Sus palabras pudieron desvelar sus intenciones, pero cierto detalle le sorprendió, aunque existió la posibilidad de ser un error de interpretación. No pudo evitar fruncir su rostro, mirar a la ahora enmascarada a la asesina con severidad, aunque también un pequeño atisbo de preocupación—. Discúlpeme, lady Mary... ¿Pero está diciente que hay más de su especie en este frío lugar? —su respuesta sería fundamental, pues esto implicaría la utilización de sus recursos, ya sea para escapar de un sitio atestado de especies fantasmales o para poder, al menos, mitigar cualquier clase de hostilidad. Ella pudo percibir su condición como magus, eso implicó que otros de su especie podrían hacerlo sin dificultad.

Lo notó e inmediatamente sobre su lindo rostro un antifaz de color marfil que parecía media calavera apareció. — Ya veo... Tiene mucho sentido para mí, gracias por su honestidad, es un honor conocerlo. Sin embargo, como dije, no vengo a matarle. Estoy realizando una investigación del entorno. Mi fuerte no es el combate cuerpo a cuerpo contra un sirviente más pesado. —

— Ghost Liner... —no disimuló su sorpresa, claramente perdió su sonrisa y finalmente se enserió su expresión. No pudo evitar bajar la mirada al objeto dado y por un momento sentirse indignado, de ella haberlo querido pudo haberlo matado con una facilidad aterradora, a pesar de él ser un magus—. Agradezco su sinceridad, señorita Mary —alivió su rostro, finalmente volvió a sonreír y ante ella se inclinó respetuosamente—. Cecilio Rodrigo Valualeta Borgia, actual cabeza de la casa de los Borgia y probablemente lo que ha percibido fue la maldición que heredado de mis antepasados —tras presentarse recuperó su postura, mas no dejó de lado su amabilidad, a pesar de desvelar algo que no haría ante ningún magus de su entorno.

No había remedio tenía que decir su identidad. — Mi nombre es Ma-Mary, soy una servant de la clase de assassin pero no estoy aquí para matarlo ni nada así... sentí curiosidad por su magia... Por favor, no me toque, mi piel es venenosa. —

— Eso no ocurrirá, pero el calor evitará que acabe enfermo —aunque sonó severo, tras ese comentario y esa aparente sinceridad ajena él finalmente se mostró más abierto. Entonó con amabilidad, una sonrisa leve incluso adornó su rostro; con esta disposición él tomó la cantimplora, pero no bebió de ella de buenas a primeras, aún tenía que verificar que esto fuese lo que ella dijo— ¿Cuál es su nombre? A pesar de ser un desconocido no dudó en acercarse.

Entendía que no era natural tanta amabilidad y no lo cuestionaria. — ah...pues...yo..— no sabia si era correcto decirle qué era una sirviente y más específico una asesina — yo no quisiera que tuviera hipotermia, es mejor que viva una vida larga.—

Notó su extraña forma, para luego desviar la mirada a la cantimplora, no pudo evitar fruncir muy levemente el rostro— Disculpe que suene desconfiando —volvió su mirada a ella, aun no tomó lo que ella tan amablemente le ofreció, pero se mantuvo cerca a dicho objeto— ¿Pero a qué se debe su amabilidad? —preguntó con blanda seriedad.

— Eso es muy malo...— le acerca una cantimplora en el suelo y ella retrocede. Está usando un par de guantes protectores. Adentro había sopa con verduras. — No tengo hambre, puede comerla usted. Una aliada mía sabe que odio el frío y me hizo sopa. Sería una pena que perdiera su calor. —