Con el índice se encargó de buscar entre los extremos superiores de las hojas, allí había una fecha, solo requirió de uno documento entre tantos que había—. Lord Valueleta necesita un recibo, alguien que utilizó mis servicios pretende hacerse el desentendido a pesar de pertenecer a una facción contraria a la nuestra —explicó con naturalidad al oráculo, aunque no se dignó a mirarla—. Los aristócratas lo pueden tachar de traidor si se enteran, es una forma de chantaje —práctica habitual entre los suyos, enfermos de poder, sagaces en el juego político de su entorno; con sosiego acorde fue que entonó su voz.

—Se enderezó sobre la cama y luego se deslizó hasta quedar en la orilla donde miro con más detenimiento lo que hacía su anfitrión, era inusual que su sueño se espantara así pero valía la pena curiosear.— ¿Para qué son los papeles?

—No, está bien —respondió antes de encontrar una pila de hojas resguardadas en el interior de una vieja caja, bajo llave y con un intricado sello mágico que otra persona probablemente no hubiese podido descifrar—. Solo necesito unos minutos y te dejaré en paz.

—Por entre la almohada y sus alborotados cabellos pudo ver al artista antes de que hablara, con menos luz en el cuarto le era posible, no sabía si el cuarto donde había decidido dormir era relevante para el trabajo de Cecilio, así que a regañadientes preguntó.— ¿Estorbo?

—Oh, lo lamento —menguó la intensidad de la fuente de luz que estaba utilizando—. Terminaré rápido, solo estoy buscando unos documentos... —con una mirada de refilón notó que el brillo molestaba.

—Se cubre con la almohada, demasiado brillo le corta el sueño.—