«Disfraza la maldición con una simple pasión; pinta en tus labios la genuina felicidad mientras tus ojos ven las entrañas de una degenerada Roma. Pinta así los paisajes de la humanidad, mientras escapas de ella y procuras crear nuevos horizontes».
— Por supuesto que el tinte estaré disponible —aunque resultase inflexible al momento de negociar, la verdad es que él le mostró una amigable sonrisa al descuidado hechicero, que no hubiesen podido llegar a un acuerdo no cerró ninguna puerta. Finalmente él se predispuso a volver a reanudar su jornada, su mirada y hasta su distancia se acortó con aquel bosquejo, poco tardó en volver a tomar esa paleta de muertos colores—. Si no me encuentras puedes preguntar a algún hechicero de renombre, ellos te sabrán guiar hacia mi estudio —con esa sutileza distinguida aquél artista se despidió, pues hasta el minuto más nimio resulta fundamental en su jornada.
