«Disfraza la maldición con una simple pasión; pinta en tus labios la genuina felicidad mientras tus ojos ven las entrañas de una degenerada Roma. Pinta así los paisajes de la humanidad, mientras escapas de ella y procuras crear nuevos horizontes».
Lamentablemente, la caridad no era uno de los valores que él manejara, por el contrario, tenía los intereses muy bien marcados. Su sonrisa se apaciguó ante el nerviosismo ajeno, negó entonces con su cabeza antes de llevar ambas manos a su cintura—. Lo siento, pero sin dinero no hay trabajo —priorizó aquella respuesta antes que su nombre, dejó en claro cuales eran sus prioridades — Cecilio Rodrigo, un artesano mágico, en efecto —pero no mencionó su apellido, tampoco su lugar de procedencia—. Los materiales para ello son caros, incluso de no poseer propiedades mágicas, especialmente si buscas calidad.
