«Disfraza la maldición con una simple pasión; pinta en tus labios la genuina felicidad mientras tus ojos ven las entrañas de una degenerada Roma. Pinta así los paisajes de la humanidad, mientras escapas de ella y procuras crear nuevos horizontes».
Mientras recorría las calles del reino en busca de un tinte para su nueva capa, quería diseños exóticos que lo hicieran parecer un verdadero hechicero, ya que varias veces lo habían confundido con un acolito, clérigo o incluso un monje. Justo se iba acercando mientras en un costado de una azotea se podía ver a un chico pintando. ─ A-Así es podría ponerle un gran d-dragón dorado, si me conocerán como el hechicero del dragón dorado.. ¡S-SI SI, ME GUSTA! ─ Hablaba para el solo como era costumbre, entonces alza la vista para posar sus orbes en el chico que se encontraba pintando. ─ ¡S-Si justo lo que buscaba! ¡HEEEEEEYYY P-PINTOR! hmm... ¡A-ARTISTA! ejem... ¡CHICO RUBIO! ─ Gritó mientras movía sus manos en el aire para que pudiera verlo. ─ D-De seguro, tiene un t-tinte dorado... hehe.... ─
